jueves, 29 de diciembre de 2016

MERA INFORMACIÓN

Quiero que sepas que mi fondo está lleno de las piedras que lancé desde la orilla. Por eso siempre harás pie. Por eso nunca te hundirás lo suficiente como para ahogarte. Así que no temas. No hago ningún mal ahora retirándolas una a una de ese fondo. Sólo que la arena que hay debajo queda más abajo y hay que sumergirse un poco más para que tus pies se alivien de tanta llaga.

Quiero que sepas que te amé en la sombra, y en la luz, en la más despiadada cobardía, en la cruel ternura. En la estupidez y en el inocente embeleso con que el atardecer me soprendía, buscándote en cada renglón de las olas. Que desde que se pronuncia tu nombre en mi boca todo gira alrededor de una sola sílaba. Todo crece sin control por el suelo fértil que abunda en mi recuerdo.

Quiero que sepas que, a pesar de todo, todo sigue pesando igual que lo que flota. Que a las andadas se vuelve caminando por el mismo sendero, al mismo tiempo, estando o no aquí, siendo o no ahora. Por eso, cada vez que me piensas, todo lo que temes es vapor que luego se hace nube, esa que más tarde llueve sobre ti; la misma que me llovió hace tanto.

Quiero que sepas que no llevo paraguas, ni calzoncillos. Quiero que sepas que me veo en bragas, en las tuyas, cuando tiemblas de frío y no existe. Ese frío que te hacen ver. Que la voluntad hace más que la intención, que la belleza es más poderosa que el amor.

Quiero que sepas que no me amas.

lunes, 26 de diciembre de 2016

URGENCIA

Urjo.
Se me requiere ya.
En todo instante pasajero.
Me desea la prisa.
Soy siempre para ayer,
acumulándome
sobre el escritorio.
La alarma sudando fría,
espalda abajo.
Ahora o nunca.
Inmediatamente.


Pero mi alma
es perezosa.
Tarda en recorrer
pasillos. En levantarse
de la cama.
Padezco de lentitud.
Soy experto cuidador
de musarañas.
Minucioso cartógrafo
de los cerros de Úbeda;
oriundo de Inopia.

Dejo que se me olviden
los sueños; que se me duerma
la memoria. Me despreocupo
demasiado del encanto.
Los asuntos pasan por mí
como una bicicleta solitaria.
Merodeo. Me despisto.
El tiempo está enfadado conmigo.
Ya no me hablo con él.
No me perdona haberlo perdido.
Él sabrá.

domingo, 25 de diciembre de 2016

POR SI REQUIEM

Puede que pase
ese día que un muerto
como yo, engalanado
de guirnaldas, apague
el color de las caléndulas.

Que os dibuje de pronto
en la sonrisa una distancia,
un llanto amarillo
como de cúrcuma,
un recuerdo en salmuera.

Atravesará vuestra memoria
una bandada silenciosa
de gaviotas calladas. Solemnes.
Un cardumen de auroras desoladas.
Una constelación maltrecha, un canto.

Puede que pase
ese día luminoso, un breve séquito
de figuras deshojadas, arrastrando
un asombro quejumbroso,
una sazón abandonada.

Contarán vuestros dedos
las veces que fingimos
estar al lado de las sombras.
Las ventanas desde donde
un gato maulló en mi idioma.

Gemirán las piedras,
Temblarán los portales
como a punto de llorar.
Pero no será ese día pronto.
Tacharé las fechas más probables.

Puede que pase
ese día que entre el sueño
una campana
os anuncie que mi vida
ya no es tanta, ni tan hombre.

Que lo que estaba por venir
no vino más. Que lo que había
ya no sangra. Que lo de mi nombre
es puro trámite para el olvido.
Que lo que soy es calma ya.

Puede que pase
ese día un día.
Y un cisne. Y una cabra.
Y un árbol derrámandose
en toda la hojarasca.

martes, 20 de diciembre de 2016

CARA

Qué cara tienes
en la espalda.
Con qué ojos
me miran tus vértebras.
Qué espalda tienes
en los ojos.
Con qué espalda
me vertebra tu cara.
Con qué cara.
Qué cara.

VALOR

Me vales.
Me vales así.
No es que me hagas falta.
Tan sólo me vales.
Sólo porque vales
me vales. Me haces valer.
Por valor.
No por valentía.
Me vales.
Así.

sábado, 10 de diciembre de 2016

XILÓIATRA

Quien cura la madera.
Quien vela celosamente
el gemido sordo de las vetas,
el lamento de la savia, la humedad
de la corteza.


Quien conoce los secretos
de la poda. Quien conoce el cuidado
primordial de las raíces. De la firmeza,
del silencio.
Saluda cada floración,
ampara toda madurez de fruto.

Quien cobija al árbol.

viernes, 9 de diciembre de 2016

POEMA PELMA

Otra vez por aquí...
Incansable.
No hay festín o antología
en que no se deje ver.
Siempre con ese aspecto,
de poema serio;
con esa odiosa verborrea
automática. Con ese impostado
surrealismo en sus formas;
con esa cursilería abominable
en su fondo.


Como cruce sus versos
con tus ojos, se acabó:
irá a por ti. Y no te dejará.

No te dejará salvo que cierres
el libro o arranques las páginas
—siempre se extiende, como virus,
por más de tres o cuatro, con suerte—.

A mí me tocó uno cerca
de mi página.

Terminé por volverme
surrealista.

jueves, 8 de diciembre de 2016

HARD

Que te quite el sueño.
Que me pidas todo lo de mí.
Que al alzar mi cuerpo sobre
lo que pronuncias, obscena,
se haga verdad lo que deseas.
Que seamos responsables, no culpables,
de lo que nos nazca en el temblor.
Sacarnos lo que sobra
en el momento preciso,
desde el desdén. Desde
lo que nos hace piedra.
Desde este salvaje verso,
tan verde que se crece en musgo.
Que te empotre. Que los vecinos.
Que se le pongan herraduras
a tu nombre. Bridas.
Caballo largo.
Ladrar es en este momento
causa. Dialecto cóncavo.
Relincho
de lo que nos es hocico;
de lo que nos hacemos sin medida.
De lo que nos pesa. Del tambaleo
hacia el baño. Del estar
casi muertos. De habérnoslo llovido
todo
dentro.

DISTANCIA

Permanece a lo lejos
lo que no estoy al alcance.
La obviedad. Lo normal.
¿Para qué cuestiono todo eso?
Que se me acerquen es verbo en tiempo
improbable. Tesoro en sorpresa.
Casa en luz. Ya me pondrán
al día. En promesa.
Lo que no se me da no existe.
No me come ni el óxido.
Me entretengo en mis libros.
Sé que les jode
que no esté.
Allá ustedes.
Aquí yo.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

DURMIENTES

Me soplas en las palmas de las manos
mientras dormimos.
Tu aliento es viento del desierto,
hormigueo que gime y se desvela
—duna avanzando lenta por mi rostro—.
Te vuelves; me das la espalda, y tu cuello;
tu nuca describe una geografía muda,
un silencio que busca guarecerse
en mis costillas. Caricia frágil, difusa.
Olor de rocas pulverizándose
mientras respiras. Tierno sucederse
de las horas. Breve escalofrío iluminado;
breve tu espalda, acoplada en el espacio
que mis labios besan, dormidos.
Sobresalto en mis ramas; sombra fresca.
La noche se cansa entre nosotros.
De tus pies germina el frío que acojo
entre mis corvas.
Sólo entonces cae el amor
hacia la calma.

martes, 6 de diciembre de 2016

IN VINO VERITAS

Todo este tiempo les he estado escribiendo en calzoncillos. Sin que ustedes se den cuenta. No me visto de domingo para escribir. A veces desnudo, con la polla fáccida sobre la tela de la silla, como un apéndice más; como escribir con una verruga, un herpes, o un bostezo. Como escribir triste un poema alegre. Nunca escribo dormido, sin embargo. Me resulta imposible escribir soñando. No puedo hacer dos cosas al mismo tiempo. Borracho, sí. Borracho sí que les escribo. Sobrio también, que conste. Les escribo fumando. Tengo la habilidad de escribir con un solo dedo. Practico una mecanografía manca, de mutilado por los vicios. Llega uno a hacerse experto, créanme. Les escribo cansado. Sin ganas de escribir, pero yo les escribo. Cosas. Dramas de poetas que sólo se fijan en la forma de los charcos después de llover, salvado de la lluvia. No se puede escribir bajo la lluvia, la tinta se corre, el papel se reblandece. Nunca llevo bolígrafo, ni bloc de notas. Les escribo cuando llego. Cuando he dejado las llaves no sé dónde. Cuando me quito el disfraz. Después de todo. En diferido, como un gol repetido desde muchos ángulos de cámara. Les escribo cuando no debiera. Cuando tendría que estar en la cama, durmiendo. Pero, insisto, no se puede escribir soñando. En el supermercado, no les escribo. No les escribo en el trabajo. Les escribo en calzoncillos. Cuando hace frío, en pijama. No resulto nada sexy escribiendo, no escribo con voz en off. Eso es mentira. Se escribe como un polvo a salto de mata. Cuando no me ve nadie. Por la noche. De madrugada. Mientras vigilo las tostadas. Les escribo mirándome al espejo. Sacándome los zapatos. Canturreando por la casa, les escribo. Cosas. Les escribo. A lo mejor no pienso en ustedes cuando escribo. Es probable que no piense en nadie cuando escribo. No sé por qué escribo. Pero escribo. En calzoncillos. Con las piernas cruzadas. Con olor a pies, les escribo. Con mi mal aliento. Serio. No sonrío cuando escribo. No hay amabilidad, ni cortesía. No hay complacencia. Sólo escribo. Y miro lo que escribo. Leo lo que escribo. Me recreo. Como si me lo escribiera otro. Me encantaría saber que me leen en calzoncillos. En bragas. Sin calzoncillos, sin bragas. Sólo porque les escribo. No por otra cosa. Cosas, les escribo. Yo sólo escribo. De verdad, no por otra cosa, sino sólo porque no sé hacer bien otra cosa. Bueno, sí. Sé hacer arroz blanco. Pero mientras hago arroz blanco, no les escribo. Como cuando busco las llaves frenéticamente por toda la casa. Como cuando cojo el ascensor. Escribir en un ascensor es de enfermos, es imposible, no da tiempo. Nadie escribe así. Yo, por lo menos, les escribo en calzoncillos. Y lo digo. Y lo escribo. Me gusta escribirles. Me da igual si me leen, de verdad. No se sientan obligados.

sábado, 3 de diciembre de 2016

MILAGROS

Yo sé multiplicar los trenes
que dejo pasar;
las veces que me acobardo
al mirar la luna, cabizbajo,
sabiendo que no será mía.

Yo sé resucitar a los vivos,
rescatar de su sueño eterno
a las medusas. Sacar oro
de la oscuridad. Hacer la luz
y que se haga sombra.

Yo sé cantar sin mover los labios,
mover el amor hacia el deseo,
el deseo hacia el delirio,
el delirio hacia la calma,
hacer desaparecer la calma.

Yo sé decir palabras que no hieren
para cortar la respiración,
para asfixiar todo el aliento
que luego me regresa,
sé cómo, cuándo y desde dónde.

Yo sé llorar por nada.
Sé cocinar exquisitos cadáveres.
Subirme por las paredes,
atravesarlas; sé asustar a los fantasmas,
estremecerse a los muertos.

Yo sé volar bajito,
columpiarme en el vértigo,
quedarme quieto en la marea.
Sé dejar de amar.
Ser indestructible.

Yo sé caminar deprisa
con unos pocos pasos;
aconsejar a las almohadas,
evitar que el tiempo borre
lo indeleble. Escribir mal.

Yo sé cuidar de las heridas,
dibujar luciérnagas, conciliar
pesadillas. Sé cargar maletas,
anclarme al vacío, oscilar.
Sacarme de aquí.

Yo sé cosas
que a nadie le interesan.
Ese es mi poder.
Mi virtud.
Yo sé hacer milagros.

viernes, 2 de diciembre de 2016

MUERTO EL COMANDANTE, SE ACABÓ LA TROVA

No pensaba pronunciarme acerca de la devocional manera en que muchos entusiastas han lamentado la muerte de Fidel Castro. Máxime, porque cada vez más, el homenaje hacia los ídolos de masas, ya pertenezcan al mundo del arte, del conocimiento, de la política, de la sociedad, me van pareciendo con el tiempo un acto de exhibicionismo sentimental que en poco o nada remite a la verdadera dimensión de compromiso real que esos personajes homenajeados tuvieron con respecto a quien los homenajea.

No me caía bien Fidel Castro, me parecía un personaje ciertamente siniestro. No por una cuestión de ideología, pues siempre he sido militante de la simplicidad y la sensatez, del respeto y la concordia, de lo que la naturaleza humana puede dar y no arrebatar, sin adscribirme a pies juntillas, ni a renglón estricto a una confesión o fe determinada. Fidel Castro, desde la simpleza y la sensatez, era tan dictador y tirano como lo fueron Mao, Stalin, Pol Pot, Ceaușescu, Kim Il Sung, Hitler, Mussolini, Batista, Pinochet, Videla, Stroessner, Franco o Salazar. Personajes que en su fuero interno lo único que demostraron fue una absoluta devoción por el poder. Por su poder. Por la enorme lascivia del poder exterminador de los otros. Che Guevara, esa figura pop que tantos recuerdan por la famosa foto, demasiado positivada, mató personas, del mismo modo que él también fue matado, o quitado de en medio, por su fiel "compañero" Fidel Castro. La contradicción es perdonable hasta cierto punto, sólo cuando entra en contacto con la amable paradoja. En realidad, la contradicción en sí no tiene importancia, todos lo somos en función de nuestro cambiante y transitorio estado efímero del ánimo, de nuestras pulsiones ávidas, de nuestros deseos por satisfacer aquello que creemos merecer por el mero hecho de hacer algo.

Fidel no creó belleza, no hizo posible una sociedad, desde su revolución sombría, capaz de independizarse de la barbarie. Como tampoco lo hemos conseguido aquellos que enarbolamos la tan raída y espúrea bandera de la "democracia", violada hasta la extenuación en sus más básicos reductos.

La primera vez que fui a Cuba, en calidad de turista, es decir, de mantenedor indirecto de un estado de las cosas, lo que percibí fue miseria. De entre toda aquella miseria, florecían jardines escuetos, pequeños aromas que en mucha gente se hizo carne, percibí también la osada picaresca que hacia el turista incauto y embelesado de lejanos y exóticos ecos desplegaban sin pudor muchos de los que se decían "revolucionarios", aquellos a los que mejor les dabas dólares, el mayor chantaje emocional de la historia de la miseria humana.

La segunda vez, años después, ya venía con otro ojo, con otra percepción del estado de las cosas y funcionó esa intuición. En mi caso no hubo ocasión de ningún romanticismo: aquello que vivencié se parecía más bien poco a una verdadera revolución social. Simplemente por el mero hecho de que en el contexto humano en que me integré durante unas semanas sentí enormes cantidades de cariño, pero de un cariño interesado, de un "sácame de aquí". Las consignas, los eslóganes, no son más que una forma más de tiranía. Una tiranía que se ancla en lo profundo de las ideas hasta el punto de modificarlas de tal manera que al final, lo que resulta de todo ello, es una sensación de velada manipulación.

Siempre he sido muy combativo con este asunto del "cubanismo ilustrado", que a lo mejor tiene sus bondades, no lo niego, pero esa bondad beatífica reside en un ideologismo externo y acomodado, facilón por costumbrista y recalcitrantemente pobre y ramplón. No vi revolución alguna en aquellos milicos que vigilaban en las cuadras a los nativos que se acercaban a hablarnos, no vi revolución alguna en las pescaderías, escasas de pescado, ni exuberancia en las fruterías, incluso llegué a percibir recelo, envidia y servilismo, tres de las facetas humanas más detestables que son correlato de la forzosa y deprimente humanidad podrida por el puro afán de poder. De poder hablar, de poder pensar, de poder comer. La verdadera opresión y represión de la que nos hemos hecho cómplices en este caso, viene dado por lo que tienes, no por lo que vales. Y eso, en un régimen como el de Cuba, se ha hecho patente. Dame dinero y serás feliz. Es obsceno pensar que por una pastilla de jabón o por un paquete de chicles, una colegiala se te puede abrir de piernas en cualquier esquina, y que eso, encima sea un reclamo que crea overbooking en los vuelos con destino a la Perla del Caribe. No hay revolución. No hay nada. Sólo miseria, la que nosotros, con nuestro modo de percibir las cosas desde nuestro cómodo sillón, desde nuestros reproductores de CD's que queman a Silvio o a Milanés, desde nuestro blasismo del ya comiste y ya te vas hemos dado a una sociedad que se quedó infectada por el pernicioso y vil virus de la codicia, encarnada en sus líderes a los que hemos mantenido con esa condescendencia hacia la pobreza institucionalizada de la cual nos hemos aprovechado para orgasmarnos en nuestras tertulias libertarias, de culturetas de a pie, sin tan siquiera pensar por un momento qué cojones hacíamos en aquel lugar, ni qué cojones tuvimos de intervenir. Mientras el zumo de fruta bomba fuera rico, y pudiéramos beber cerveza internacional, todo estaba bien. Mientras la Bodeguita de En Medio tuviera superpoblación de rosaditos turistas, todo iba bien; mientras en el Tropicana los magnates y mangantes rusos esperaran hasta las tantas para ver si pillaban cacho de una diosa de ébano, que por un par de pesos meneaba su esqueleto para que en su desvencijada casa se pudiera comer con un mínimo de decencia.

Pensemos en que la sonrisa no siempre refleja felicidad. Como la de los delfines de los zoológicos. Ha muerto un ser humano, pero me pregunto cuánto de humano en el fondo había en ese ser. Me pregunto cuánto tiempo habrá de pasar para que entendamos de una buena vez que para que otros sean felices hay quien tiene que joderse, y mucho. Ojalá que se nos acabe por fin la mirada constante, la palabra precisa y la sonrisa perfecta.

EFÍMERO

Siento aprecio por todo aquello que me deja solo. Por lo que me conduce al dulce aburrimiento. Todo eso me da la posibilidad del ánimo. La compañía íntima de la penumbra silenciosa que nadie me adivina. Los hábitos privados en los que me recreo, sin decisiones, sin opciones. La familiaridad de la inercia con que me voy añadiendo a cada instante. El gozo simple de pertenecerme. La firme intención de indefinirme, de diluirme entre mis cosas. De ser un yo más que sobra en lo que falta. Una incógnita. Lo equis que se despeja, que se despoja del resultado de la ecuación que implico. El misterio que no busco ser. La bella causa de ser sin tiempo. La noción de esqueleto que soporta toda mi vida. Mi profunda amistad con lo que es frágil. La fe en la inocente torpeza como modo de salvarse. Las ganas de doblarme sobre mí como un papel sin nada escrito. Permanecer efímero.

lunes, 28 de noviembre de 2016

ERIK

De caminar ramblas, la tarde
se hace cántico de hojas
temblorosas, un inmenso piano
vegetal.
Erik viene en su figura solemne
con mejilla sorda, calvamente;
viene de mandarse una carta
que jamás le llegará.
Ha escrito mal su dirección,
sus señas guardan cajas
con insectos que ponerse
en los dedos; es una broma.
Amuebla el cuarto
la música con sigilo de sus manos
frías, como si le doliera el hombre.
Como si le valiera el hambre,
un desayuno de labios secos;
las notas cuarteadas
goteando hacia las teclas
Erik compone
nocturnos para que bailen
esqueletos.

domingo, 27 de noviembre de 2016

CREERSE AÚN

Creerse aún
que uno va por ahí,
desafiante, cargándose
y cagándose en la vida;
rozándose con una colección
de viejos trofeos,
con dentaduras postizas,
y gafas de cerca,
porque lejos no es más
que la distancia que un bastón
permite recorrer en dos meses
desde la casa de uno
hasta la infame frutería.


Creerse aún
que uno es más que dos,
al fin de todo. Trastornado,
olvidadizo como un pez
eterno, con indecisión de brújula.
Imbécilmente seducido por la arena,
con sonrisa de delfín varado,
por otra marea.
Pontificando causas y defectos,
haciéndose mártir, beato, incluso.
Ponerse a tiro de piedra
de los pájaros que saben
qué nombre ponernos cada vez.

Creerse aún. Pensarse poco.
Hablarse aún menos,
con la boca negra y ancha,
con la boca chica y seca.
Tener broncas con la lluvia,
maldecir los floreros,
sacudirse las plumas muertas,
las mentiras cansadas de mentir;
lo puro, todo lo que es surco, o humano.

Quedarse a solas con todas las ganas,
quitarle a todo el mundo lo bailado.
Temer. Sobre todo temer.
Creerse aún.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

ORTOGRAFÍA

Hay quien no tiene que comer para vivir.
Hay quien no tiene qué comer para vivir.

Quien se come la tilde vive.
Quien no se la come muere.

Lo macabro que resulta
comerse una tilde por descuido.

La importancia de la ortografía.

martes, 22 de noviembre de 2016

FRÁGIL

Lo leve. Arquitectura fugaz
del instante en las cosas;
desalojo del aire circular,
copo de tiempo flotante
fraguando en el principio
de la voz, en el umbral
tibio del aliento.

sábado, 19 de noviembre de 2016

HACIA EL ASCUA

Dirige mi mano hacia el ascua.
Hacia la hendidura de la flor carnal
que engendra el caño en el estanque.
Hacia el loto sumergido,
hacia la cautela saciada
en toda mansedumbre,
hacia el humedal de tu voz
empapando mi cuello.


Hacia el ascua, dime, luego,
hacia la nueva casa del hambre,
insaciables, secos, encerrados
con todo lo que arda,
devorándonos al aire fresco
en el patio vacío,
recién llovido el fuego;
como estemos.

Hacia el ascua última.
Hacia el ascua.

ANTOLOGÍA DE ALLÍ #5

Meas pilas.
Me apilas al costado y
el mar cae sobre el catre
mientras locos, —sobre todo YO
te huelo el orín—, olemos a borne
MAGNÉTICO como el saco de carne
encontrado en la playa sucia.
Concha es COÑO en Argentina,
pero no cae nada. Sólo pilas.

Meas pilas, tenaz. Tenazas tus piernas.
Como si vinieras de naufragar
al costado del catre por el que
YACES en cueros, rasgado
néctar de tu vulva al sol,
salazón de mi verga oxidada,
ECO
CHIRRIANTE, constancia lenta.

(De Queso rugoso, de Ernesto Genovés, 1999)

POEMA SEDUCTOR

Sé que te gusto.
Te estás haciendo la interesante,
hojeas con estudiada indiferencia,
pero siempre te paras en mí, breve.


¿Quién te dirá que esos ojos
pertenecen a la más hermosa
de las musas, sino yo?

Que tu cuerpo liviano
gravita tibio sobre la estancia
cuando de tus labios pende
un suspiro hondo al cerrar el libro.

Que el mar sale de tu pelo,
desbocado hacia el aire
que te rodea; tu hermoso pelo
vaporoso.

Que me encanta el tacto
de tus yemas sobre cada
verso mío, acariciándome
las letras, erizándome las íes.

Lo estás deseando.
En una de éstas
capaz soy
de hacerte

lo que no está escrito.

PAR

Brava. Inclinas la cabeza hacia el lugar donde el mar cuece su espuma, caldero eterno de la suave brisa que juega a morirse en mi ser donde todo es cauce, ristra, eco. Volver a la memoria táctil donde la ternura se hace brisa sobre el repelús de tu piel donde tus tetas cobijan algas que nutren el ser del amor como un corderillo ciego en su recién nacer. Qué perderse en tu suavidad, en la tibieza del calor distante, imaginado sueño constante de la aurora que rasga este deseo sin tregua. Lamerse de la sal. Agitamiento de marea: aquí es donde el sol te guarda, todo el calor de la memoria. Todo lo que es morderse de los labios. El hechizo de las abejas en tu alto vientre. El beso que jamás dejará de secarse en la almohada. Gratitud enferma, pasión, cala desnudez genital del viento, escalofrío que fragua nuestro ser en ser los dos que somos. A la par.
Pero te vas, común como el trigo. Secándonos para el trillar del verano. Los pinos secos, desalojándose en el cuerpo bronco de las cigarras Quitándonos la careta donde se oculta el verdadero rostro de lo que se nos cuela en la verdad de cada beso, amor. Quién sabrá nada cuando nadie sepa qué. Lo que nos pide la aurora en esta siembra. Lo que brote así, sin causa ni pena; lo que por fin exige la palabra leve, tierna sobre los dedos que te teclean el nombre. Amo tu nombre. Tu palindromía, tuya también. Lo capicúico que dará ser en lo cielo en la arena mansa de nuestros pies alados. Ícaros.

TRANSITORIO

Transitorio:
Lugar donde todo pasa;
donde todo se sucede.
Caudal agreste, salvajura,
quicio que se atraviesa.
Quedarme en lo que nos queda,
como una breve carpintería
de árboles.
Secarnos al sol de lo que huye.
La playa repleta de silencio.
Cosas que dan al aire forma de gaviota.
Suelo.
Huellas que se dormirán en lo eterno.
Aquí se vibra.
Aquí explota la membrana clara
del sexo incauto. Lo que nace y muere,
al mismo tiempo.
Cosa que trina, como la voz
de un pájaro-pez. Nada
como vuela el sentido
de las alas.

lunes, 14 de noviembre de 2016

POEMA ENVIDIOSO

Míralo.
Mira con qué aires se pavonea
cuando es recitado.
Tampoco es para tanto,
un soneto del montón
que cualquiera podría haber escrito.
Bajo esa forma perfecta
esconde sus defectos:
las sinalefas, forzadísimas;
las rimas, poco atrevidas
para lo que sería un buen soneto.


¿Qué tendrá que yo no tenga?

Míralo.
Mira con qué arrobo se detienen
en sus versos las muchachas;
lo leen y lo releen, turbadas,
como si no hubiera más sonetos que él.
Todas caen a sus pies;
que además le huelen fatal.

Por favor.
Pero si además se le ven las arrugas,
las disimula con metáforas manidas,
frecuenta los mismos lugares comunes
que otros sonetos, y va de aventurero...
En el fondo no dice mucho,
es un aburrido, apenas se ríe,
tan serio, tan solemne,
ya digo,
un soneto del montón.

Con esos tercetos engalanados.
Es un cursi.
No lo soporto.

Encima va presumiendo
de tipografía;
de mayúscula inicial.

Típico
de los que la tienen
pequeña.

domingo, 13 de noviembre de 2016

POEMA COTILLA

Me enteré de que la novia del lector del poema XX
de Neruda tiene un lío.
Me fijé ayer:
"Puedo escribir los versos más tristes
esta noche..."
Incauta,
la novia del lector —incauto
también él, porque mira que dejarse
el libro abierto por la página justamente
donde está ese poema es de no tener
dos dedos de frente—
empezó a llorar nada más terminarlo,
lo sé por las lágrimas que caían sobre mí
ya que estoy al lado
—soy el poema XIX—.


A mí me da que ellos ya no estaban muy bien.
Hace algunas tardes la sorprendí
coqueteando con poemas
de Allen Ginsberg, —a ella siempre
le atrajeron más los beats— .
Ella lo llevaba en secreto, pero él,
una tarde se encontró una servilleta
con la que ella marcó el poema XX
con el nombre de Moloch escrito, y esto
le hizo sospechar. Por eso él le dejó
anoche expuesto el XX, sin la servilleta,
para que ella se diera cuenta
de que él se ha dado cuenta
de su infidelidad.

Diez años juntos, una pena, la verdad.
Por cierto, que el tal Ginsberg, por lo visto,
es homosexual y toma drogas;
pero claro, ellá sabrá en quién deposita
su interés; yo ahí ya no me meto.

sábado, 12 de noviembre de 2016

POEMA HIPOCONDRÍACO

Me pasa de todo.

Por la mañana el poeta me piensa,
y eso ya supone un motivo de preocupación,
porque vaya a saber uno
lo que el poeta tenga en en el alma
cuando me piensa,
que me introduzca una musa, así,
a pelo, en las entrañas,
sin protección.


Y yo, que siempre me cuido
de tragedias personales,
de esos dramas de poeta
sin remedio;
de repente me veo tan expuesto
a sus virus,
a esos sus tantos malos hábitos.
No es higiénico; sus lágrimas
sin esterilizar, sin consuelo;
me quitan el aire.

Antes de almorzar
—sin lavarse los dientes—,
el poeta me lee en voz alta.
Me expone a un desaliento
que no controlo,
entonces empiezo a temblar,
la tensión otra vez, disparada.
No es bueno que un poema
esté descompensado.
Me puede dar algo.

Cualquier día aparezco muerto.
Y luego el poeta dirá, pensará,
se lamentará por haberme sometido
a semejante régimen.
Cada diez minutos se olvida
de lo edulcorado de sus versos;
¡como tengo yo el azúcar!
Irresponsable, cualquier día
me mata.
Me finaliza.

Me pasa de todo.

Tomo tres pastillas diarias
para que no me duela tanto el poeta.

viernes, 11 de noviembre de 2016

OXIDENTE

Es herrumbre.
Herrumbre que tiñe los tejados,
las patas de los gatos, el pico
envenenado de las palomas
—indigentes con alas—,
es herrumbre en las lágrimas,
oxidándose en esta parte del mundo.


Es herrumbre
porque ha llovido mucho y nadie
ha secado las heridas, el llanto:
serrín de esta tristeza de metal,
como el gusto de la sangre;
herrumbre que salpica los abrigos
de los habitantes, perlados de sudor,
hacinados en vagones despavoridos
por las venas bajo las ciudades
de Occidente.

Es herrumbre
el adiós que se cae de los puentes
de hierro forjado; herrumbre el motivo
fatal de los suicidas. Las cadenas
que sacuden los presidios, los charcos.
La verdad corroyendo los eslóganes;
herrumbre en las ranuras de los parques.
Todo aquí se oxida. Al aire. Se corrompe,
vil como el vil metal que nos corrompe.
Las nubes que pueblan lentamente
la mañana. Herrumbre.

Es herrumbre
lo que tengo en las manos,
Escombros lo que mis ojos veneran,
la fe, el olvido, el amor: también herrumbre.
El pensamiento calcinado, el corazón deshecho.
Herrumbre la miserable canción de los poetas,
clavada en las entrañas como un puñal,
como una razón implacable de tortura.
Es herrumbre el sueño mal dormido,
el progreso de la vida, el hambre
que se pudre en el estómago vacío.

Es herrumbre el peso de las cosas.
El tiempo que no nace en los quirófanos.
La valentía del papel que todo aguanta.
La tinta, herrumbre líquida que destilan
las palabras de las desoladoras tardes
de la gente sola. Con herrumbre en los hombros.
En los cuerpos donde se esconde el abrazo
mustio de las flores.

Es herrumbre el porvenir indomable.
La ira, el fracaso, el fraude del alma,
es herrumbre.

Herrumbre el volumen de la voz
que todo lo calla.

jueves, 10 de noviembre de 2016

FORMAS

Un poema es un peine
que adecenta los cabellos
del idioma en que se escribe;
una escalera por donde se sube
a la azotea de la casa de la palabra,
de donde despegan aviones de papel
hacia destinos que sólo los locos conocen.
Los surcos de un huerto donde crecen selvas,
árboles brutales de cuyas ramas cuelgan frutos
que engalanan nuestras formas diferentes de mirar
lo que le pasa a la vida que nos acompaña a todas partes.

RAÍZ

Raíz de tu cuerpo arbóreo
en tu seno contenida
sosteniéndote en el frío
que arropa mi furor,
benigno. Tallo quebradizo.
Repto por el musgo
haciéndote un nombre
de la niebla. Quedarme
plantado en la fiera
claridad de tu esqueleto:
única creencia que
me hará brotar pétalo
adentro, ardiente.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

TERSA

Saberme de tu piel el tacto primigenio;
el cuero antiguo del antílope.
Sacar de la piedra
el color de tu caverna,
pintar el mito que volverá
en la estación fría a calcarse
sobre la pared curva de tus manos,
suaves como el aire caliente
que fragua en tinta
este poema palpitante.
Pulpa rugosa de la carne
lamiéndote el nervio, como el sílice,
penetrante, deshaciéndote en gotas
que colman tu oscuridad con sal.
Imitarte en el ritmo de tu pubis,
ritual que invoca la saliva,
derramar estrellas sobre
tu grupa salvaje, húmeda.
Tersa tu temblorosa quietud
sobre mi vientre.
Tierno espasmo en tus rodillas.
Ahora duermes. Caes hacia mí
con la mansa pubertad
que te ha nacido entre nosotros.

martes, 8 de noviembre de 2016

GUIÑO

Cuando a este viejo una muchacha
le guiña un ojo, sabia,
instala en su memoria tactos,
memorias de brotes tiernos.


Despierta a su lado un espectro
amable de múltiples señales
que acompaña todo el día,
fulgurante, su fugaz saludo.

Recrea, tan bella, la condición
dudosa del amante solícito;
la intención sensual de sus narices
rozándose la comisura del aliento.

Cuando a este viejo una muchacha
le guiña un ojo, como breve cortesía,
sabiamente intuye que la ama,
sin bajezas, a la altura de sus hombros.

Él venera la dulzura de su gesto,
aprecia su cómplice osadía,
imagina del dolor lo que le desaloja
para no hacerlo más difícil.

Pasa a su lado sin nombrarla.
Inclina su rostro hacia ella,
con el cariño del verbo
suave como un leve candil.

Cuando a este viejo una muchacha
le guiña un ojo, sin otra intención
que el hábito sutil de quien
empieza a acostumbrarse

a su azarosa presencia,
a la curiosa lejanía que los une
en ese instante,
tal vez le descubra el encanto

que, con su guiño,
llevará a este viejo
hasta las puertas
de su nombre.

POEMA OBSESIVO COMPULSIVO (POC)

Un verso, otro verso, otro...

Podría estar así toda la vida.
—Un verso, otro verso, otro—.
No acabaría nunca,
como un cantar de gesta
—un verso, otro verso, otro—
que gesta mi obsesión de ser poema
—un verso, otro verso, otro—
y volver a serlo otra vez, todo el rato.


No puedo controlarlo
—un verso, otro verso, otro—,
sé que no es sano, pero
¿qué hago?
—un verso, otro verso, otro,
y otro, y otro, otro verso, y otro—
Esto cada vez va a más.
Me han dicho que respire,
que cuente hasta 3 antes de
—un verso, otro verso, otro—.

No sé lo que me pasa, pero es
que es ver una palabra y
—un verso, otro verso, otro—
no poder parar, no puedo.
Se me escapa de los pies.
Falta de voluntad de parar:
no puedo dejarlo,
—un verso, otro verso, otro—.
Para suplir qué, ¿eh?, ¿qué?

Un verso, otro verso, otro...

lunes, 7 de noviembre de 2016

POEMA PARANÓICO

Me quieren leer, seguro.
¿Pero por qué?
No tengo nada que darles.

Me buscan con afán
entre las páginas.
¿Qué quieren de mí?

Los críticos me persiguen
para dejarme en ridículo.
El mejor lugar para ocultarme

es alguna antología,
de esas que abarquen
muchas generaciones.

Ahora todo el mundo
se reirá de mí.
Dirán: "¡Vaya mierda de poema!"

Ojalá que en alguna mudanza
me traspapele
y no sepan dónde estoy.

No quiero que me lean.
¡Dios! ¡Maldita la hora
en que me escribieron!

Sólo la idea me hace
temblar como una hoja.
Debo permanecer callado.

No puedo estar tranquilo
sabiendo que hay indeseables
por ahí que aún leen poemas.

POEMA NARCISISTA

Se lee a sí mismo y se recrea
en su forma; su cadencia
le resulta irresistible.
Es consciente de su profundidad,
de su belleza y le enfurece
que los demás no se den cuenta.
Con lo sublime que es.


Es tan perfecto
que ni hace falta corregirlo.
Salió así, por fortuna, no como ésos
a los que hay que peinarles las sílabas
o arreglarles los símiles para que
tengan alguna remota ocasión de seducir.
Nunca le llegarán a la suela del tropo.

Todos los tratados hablan de él.
Le sacan fotos en distintas poses,
todas ellas magníficas.
Viaja por el mundo en distintos
idiomas, le invitan a congresos
internacionales, se le hincha
el verso en cada frecuente homenaje.

Se lo saben de memoria;
gracias a él los amantes se han amado,
algunos han tenido hijos, incluso;
familias numerosas; generaciones
que guardan con celo ese poema
que les da sentido a su existencia.
El gran poema de sus vidas.

El último poema del desierto.

¿Qué sería de la poesía universal
sin él?

domingo, 6 de noviembre de 2016

POEMA INCONFORMISTA

Al principio le falta gancho.
El final le parece insuficiente,
incompleto. Hasta ramplón.

Es un poema que nunca acaba
de definirse. Siempre está igual:
cambiando cada coma; cada palabra
le suena mal, no casa con el resto, dice.

Revela inseguridad, piensa.
Esto aquí no. Allí lo otro sobra.
Tarda en escribirse. En soltarse.
No sabe muy bien qué título ponerse.

De hecho, su drama consiste en
no creerse que es un buen poema,
siéndolo. Pero no se convence.
Siempre hay algo que lo atenaza.

No quiere parecerse a otros,
quiere ser único, original. La mejor
de todas sus versiones.
No desea ser leído hasta estar bien acabado.

Es un poema que se quedará solo.
Sabe que su destino es la triste libreta
eterna. Acostumbrado a la desazón
que cada tachón le produce.

Por eso nunca será feliz.
Por eso tendrá tantas versiones
que nunca será redondo.
No dejará escribirse.

Se consuela, tontamente,
convencido de que nunca
será un poema.

Ahora
quiere probar con la prosa.

POEMA TÍMIDO

A menudo aparece entre otros poemas,
en un rincón del libro, ahí, solo.

Su título no es nada especialmente llamativo.

Con respecto a los demás
poemas, se siente poca cosa,
desmerecedor de vigorosas y bellas
metáforas. Carente por completo
del audaz y valiente retruécano,
del hábil juego de símbolos que,
por su torpeza, darán con sus versos
en el silencio, en la indiferencia.

Sigiloso, cruza de puntillas por el texto
el salón engalanado hasta los ojos
que le gustan, pero que no se atreve
a humedecer; le puede el pudor.
También la envidia.

Se atasca cuando los ojos que le gustan
se fijan en él por un instante. Se pone rojo.
Es incapaz de dirigirles la palabra.

Prefiere no hablar de ciertas cosas,
no vaya a ser que le dejen de leer
en la primera estrofa.

Le gustaría decirles tantas cosas
a esos ojos.

Lo que no sabe el poema
es que a esos ojos
sus ripios no les importan,
tampoco sus erratas.

Los ojos que le gustan al poema
también tienen miedo
de no saber leerle.

sábado, 5 de noviembre de 2016

POEMA ANTIPÁTICO

No te hagas ilusiones.
Este poema no habla de ti.
No está inspirado en nada tuyo.
No será más bello porque pienses
que pensé en ti cuando lo hice.
No tendrá mayor trascendencia.
Ni la menor importancia.


No te arregles para este poema.
No poses para él. Este poema
no se refiere a ti; está muy lejos
de ser, siquiera, un retrato tuyo.
Pierdes el tiempo. Ocúpate de otra cosa
menos de este poema.
Es inútil. No insistas.

Este poema no habla de ti.

REFUGIO

El perfil de un nido entre la nieve
cayendo con furia sobre el otoño
—conquistando su parte del frío—
rueda en el pavimento,
corona de espinos
a un resucitado; un exilio urgente
de aves dentro. Repelús por el jersey,
junto al banco de piedra de la plaza,
bajo el laurel, tumbado, hé ahí
el señor.

viernes, 4 de noviembre de 2016

LABERINTO


Sabes por dónde entras.
Sabes por dónde sales.
Ves la estructura. No el camino a seguir.
Perderse es lo normal.
Encontrarse, también.


La cuestión es si Ariadna
espera al otro lado,
pendiente del hilo.

La cuestión es si el Minotauro
eres tú. O yo.

O Ariadna.

jueves, 3 de noviembre de 2016

OTOÑO

Otoño: lágrimas secas y pardas que se caen de los árboles con sus abrigos de niebla. La lluvia toca a la puertas blandas del musgo que yace dormido sobre las piedras calladas.

jueves, 27 de octubre de 2016

PRETEXTO

Lo que aparece en el pensamiento antes de escribir la palabra justa no quiere decir justo lo que se piensa al escribirla.

OCHOMIL

Al alpinista se le congeló el amanecer en la mirada. Coronó la cima, casi sin aliento; llegó. Lo encontraron con perenne sonrisa, allí, sentadito, esperando al espíritu salvador de la montaña. Pero ya era tarde para salvarse. Aquel puntito rojo en las alturas no era una herida en la montaña, ni una flor. Era el anorak del alpinista que nunca más volvería a bajar por su propio pie.

Qué osadía descender después de haber ascendido tanto.

miércoles, 26 de octubre de 2016

FÓSFORO

Como pólvora controlada.
Como íntima y discreta dinamita:
el cigarrillo ansioso por arder para hacer humo
espera la cabeza ardiente que prenda en su alma.
El aliento gris de una petite- mort;
el fuego repentino, prometeico.
Un fugaz orgasmo que inunda el aliento
a hierba tostada, como un pasto infinito para cabras secas.


Su roce, llama.

SOBREDOSIS

La vida es una sobredosis.
Una muerte tan intoxicada
que apenas se da cuenta.
Su tolerancia al mundo es tal
que ni siquiera le afecta.
Parece que vaga, dando tumbos
calle abajo. La vida siempre se embriaga.
Llega tarde por las noches a su casa.
Cena apenas un poco de pan, una manzana.
Luego se acuesta, mascullando causas,
razones, vanidades. Llora mucho y canta
mientras se arma de valor y de pena.


La vida es una enfermedad del tiempo.
Una trampa.

domingo, 23 de octubre de 2016

PSICOSIS

Hay una cierta psicosis sociopolítica en este país actualmente. Por lo que se ve, la mayoría de los sectores conservadores (PP, PSOE, UPyD y partidos nacionalistas) andan sembrando la alarma sobre las nuevas formaciones aglutinadas bajo esperanzadores nombre como PODEMOS, GUANYEM —la épica ética del poder—, tildándolas de populistas (por la boca muere el pez), y/o ultraderechistas (qué mórbida fijación con Hitler, neonazismos y demás fetiches históricos oficialistas); desde pertenecer a grupos terroristas, pasando por contactos íntimos con el fundamentalismo iraní, coqueteos con el régimen bolivariano, o con el castricismo más hiperbólico. Esta revolución mediática generada —y generalizada—, a través del desprestigio sistemático y programado ha provocado un estado de neurosis social que se asienta sobre las siguientes sospechas:

1) Los medios de comunicación no son la opinión pública.
2) El trabajo no garantiza la independencia económica.
3) Lo público no es gratis.
4) El tumulto siempre favorece la huida.
5) Gobierno y poder son partes del mismo error.
6) La igualdad es el uniforme de la diferencia.

(23 de octubre de 2014)

30 DÍAS

Hace un mes de nuestras voces.
Hace un mes de silencio que echa raíces
de no haber pasado nada. Como si
nada pasara. Pero pasa. La nada también pasa; ocurre.

Hace un mes que no es un mes; noción
de cuatro días. De aquellos polvos y estos lodos. De sesenta y nueve cervezas,
de más de trescientos cigarrillos (no todos compartidos).
Hace un mes de toda la eternidad que las palabras se juraron.

Hace un mes de nuestros rostros, también.
De frente, por delante, tan cerca, junto a.
Hace un mes de la brisa en que no apareces,
ni siquiera bajo la alfombra mágica.

Hace un mes que se deshace a sí mismo
desmantelando este refugio
al que acudimos ahora como extraños
que ya no se extrañan; que no se refugian.

Hace un mes que nuestra hija está
desatendida, amordazada. Sin los cuidados
precisos para que crezca su belleza traducida
al idioma nutricio que se pierde todo el calor de tu luz.

Hace un mes, tan sólo un mes —dirás—
nada más que un mes. Claro que hay más tiempo.
Pero es el tiempo, amor,
el que deshace ahora el amor que nos hizo.

Hace un mes que brilla por tu rampante ausencia.
Por la infinita quietud de lo que se nos queda solo.
De la respuesta difusa en un hilo de eco que envejece
hace ya tan sólo un mes, y ya es todo lo que queda.

Hace un mes que la alegría desciende
como un esquiador coleccionando banderitas blancas;
un slalom que se tornó triste, simplemente por inercia;
como dejarse matar o morirse de lo frío. Rendirse del todo.

Hace un mes que para lograr tu risa
es preciso escalar el Annapurna,
con los pies desnudos, y entre las manos
un último latido de arena congelada.

Hace un mes —treinta días exactos—
cuando un taxi vino a por mí
para perdernos de este modo.
Para dejarnos así de vacía la plenitud del alba.

Hace un mes que mi carretilla
espera tus frutos prometidos;
pero un mes son siglos en tu tierra.
Ojalá que ese silencio fuera para embellecer toda promesa.

Hace un mes que nos dimos muerte súbita y lenta.
Como el río a Virginia, como el mar donde Alfonsina...
El mismo mar que ahora detiene sus mareas
hacia la luna roja —también ella— de rabia por dejarnos ir.

Hace un mes que me faltas a tantas cosas
a las que no me atrevo a pronunciarte.
Solo bastó un día para hacer de treinta
de aquellos once un ocaso perpetuo del encanto.

Hace un mes que, de seguir así,
no será mi voz aquel lugar
que fue para tu nombre.

miércoles, 19 de octubre de 2016

SONETO

Impune vivencia de lo profundo:
—lánguida sierpe penetrando leve—
sacudida que a envenenar se atreve
en el espasmo seco de un segundo.

Manjar de lo entredicho en baja voz,
fruto de la arena que en la mar prende
el seno breve, espalda que enciende
en la maleza un fuego más feroz.

El tiempo atrajo olas a su piel;
entregó al sol el coraje del nervio,
su cuerpo dio a la caricia ingrávida.

Impune quede la vivencia ávida,
profunda el ansia; y el deseo fiel:
un torrente caudaloso, soberbio.

viernes, 14 de octubre de 2016

MEMBRANA

La vibración, el escalofrío; el calor repentino que lo acoge todo entre el aliento y vuelve para acariciar lentamente el espinazo de la mujer de arena; todo se enciende en su nuca; en desbrozar algas sobre la arena piel de fina espuma, el cuello, la hondura dulce, quijada azul en ascuas; el ocre aroma del adobe en su leve muslo: hipocampa. Piélaga.

martes, 11 de octubre de 2016

TRACHURUS

Trachurus /trácurus/ es el nombre de un dios-pez cuyo poder de influencia se extiende por el Atlántico Sur y parte del Mediterráneo meridional, llegando al Levante.

Cuenta la leyenda que el Papa Caín, "El Apócrifo" —el único que ha habido con este nombre—, conmemorando aquella antigua visita papal a Mauritania en tiempos  de Juba II, regresó varios siglos después a aquel lugar que tanto amaba. En aquella ocasión, oyó hablar de unas islas pobladas aún por gentes que, según las historias locales, nunca cruzaron en barco y que no conocían la Verdad de Dios sobre la Tierra. Que por las noches, cuando eran claras, sobre todo en plenilunio, se veían en las costas allá lejos, grandes luminarias, como hogueras inmensas que daba miedo incluso imaginar su tamaño y por qué; y el viento traía sonido de tambores y silbidos, a veces de cánticos en la noche en lenguas familiares pero desconocidas, como una koiné de exiliados que desde Mauritania los ancianos podían recordar vagamente de boca del recuerdo de la voz de sus abuelos.

El Papa Caín, fascinado por estas historias, pensó, antes de volver a Roma, que podía resultar un punto más en su carrera hacia la divinidad sobre la Tierra lograr al menos tomar contacto con esas gentes y saber en qué creían. Y decidió prolongar su estancia en Mauritania para tal fin.

Organizó una expedición hacia aquel archipiélago lejano que aún no aparecía en los mapas de la Cristiandad, tal vez aquel viejo mapa que luego se atribuiría al almirante otomano Piri Reis las retratara, pero no lo recordaba con exactitud. Sí que conocía por las traducciones de Al-Farabi sobre Platón fragmentos del Critias y el Timeo, donde se mencionaba aquella cuestión de la Isla Atlántida, sumergida por las olas. Lo que sin duda le resultaba familiar: el Papa Caín era bretón, y conocía muy bien la leyenda de la mítica Ys, también engullida por las aguas frente a las costas de Armórica.

Desde el rudimentario puerto costero del poblado mauritano, el Papa Caín, junto con otros 25 expedicionarios —según los registros de la bitácora de la mano del mismo Pontífice—, zarparon en una goleta muy de madrugada rumbo a aquellas montañas que se recortaban a lo lejos, como petrificados monstruos de las profundidades, que San Brandán describiera en su periplo hacia Thule —tal vez emulando la hazaña del fenicio Himilco— y cuya leyenda aún persiste entre los isleños, esa de San Borondón, al parecer bautizada por el santo irlandés, pensándolo éste un territorio y resultando ser un enorme cetáceo. Isla que a veces se aparece entre la Montaña Solitaria y a la que dicen Tamarán.

A esa Montaña Solitaria arribó el Papa Caín —de ahí el nombre por el que se conoció posteriormente a estas islas, las "Islas Cainarias"—, no sin antes haberse detenido en las que encontró a su paso. Pero al Papa Caín ya le había fascinado desde que se adentró en territorio isleño aquella enorme Montaña en medio del océano. Tal vez se sintió como el santo irlandés. Siguiendo las estelas del humo que aún permanecía en el cielo claro llegó hasta la gran bahía rocosa en la cual parecía haber ya indicios de población.

Varada la goleta, en dos botes, el Papa Caín y sus expedicionarios bajaron al mar y remaron hasta la costa. Al llegar, cesaron los cánticos. Los habitantes de aquel lugar poco a poco fueron enmudeciendo y juntándose en torno al que parecía ser la figura de mayor autoridad. Flotaba en el aire aún un aroma de pescado a la brasa, tal vez parte de aquel ritual que los mauritanos describían.

El Papa Caín, versado en lenguas, probó con el griego para comunicarse con aquellas gentes. Pero no hubo modo. Por lo que pudo atisbar de aquella jerga que hablaban, parecía una especie de mezcla de fenicio, bereber, griego arcaico y otra lengua que le costó identificar, pero que sonaba a copto. Finalmente logró hacerse entender algo con un anciano que conocía, inexplicablemente, el copto. Se hicieron las correspondientes presentaciones, sin poco recelo por parte de los recién hallados y comenzó el cauto y táctico intercambio de preguntas.

Lo que nos interesa realmente de esta historia es por qué el animal totémico de Santa Cruz de Tenerife es ese pez que se dice chicharro. Bien, volviendo al Papa Caín, adivinó que a aquel pescado que comían los aborígenes de manera ritual ellos lo denominaban TRAKHUR, lo que Caín latinizó en Trachurus /trácurus/, que es hoy por hoy el nombre científico, curiosamente, con el que se denomina a esta especie. Quiso darle fundación a aquella población y, debido a su incorregible espíritu ecuménico e integrador, decidió contemplar ambos cultos, el cristiano y el pagano, y de ahí resultó el nombre de Sanctus Trachurus (San Trakhur).

Luego, con el tiempo, este topónimo se corrompió y derivó en "Santa Cruz" de Tenerife, aprovechando la similitud de los vocablos resultantes, para añadirle "de Santiago (Apóstol)". La capital de La Palma también es "Santa Cruz" de La Palma, por lo que se deduce que los primeros habitantes de esta isla también pudieron conocer y/o practicar el culto a Trakhur.

Aún quedan vestigios patentes de este culto en las fiestas de Carnaval, con el famoso "Entierro de la sardina (pez afín)", —en realidad es "Incineración de Trakhur"— para que resulte más amable a ojos de la UNESCO.

lunes, 10 de octubre de 2016

MICROCUENTO MONOSILÁBICO

Es él. Lo vi hoy. En vez de ir y ver qué más hay, no; me voy. Ya no sé muy bien cuál de los dos es el que más se va, si él o yo.

sábado, 8 de octubre de 2016

CONSPIRACIÓN

Sentía al piano conspirar con la música. Conjuraba en sus dedos la sospecha, eficaz. Tocaba como un espía. Sabía tocar aquellas precisas teclas, preciosas. Cifraba el silencio. Como quien juega al ajedrez, desplegaba su estrategia antes de mover una sola de las piezas, dispuestas en fila, igual que una dentadura. Apretaba los ojos. Hacía silencio. Ante el piano, entregaba al teclado sus manos educadas para otra forma de mecanografía. Sentía al piano conspirar con la música.

miércoles, 5 de octubre de 2016

NOS ABURRIMOS

Nos aburrimos. Abrimos la boca
en posición de bostezo para besarnos.
Ponemos la otra mejilla. La culpa.

Esperamos cada cuarto de hora,
sentados al borde del sillón. Un destello.
El mundo esperando por nadie.

Nos aburrimos. Sacamos la mano
por la ventanilla para saludarnos —soberanamente—
para despedirnos con pereza.

Con cetácea languidez nos vamos aburriendo.
Vamos saliendo por el recibidor con las uñas largas,
con los ojos fríos; sin el frescor bien acunado en el rostro.

Nos aburrimos porque no es fácil
—hábil debilidad de cobardicas—:
el tiempo todo lo aburre.

Nos hacemos sangre fuerte a silencios.
Nos damos flojito. Nos ofrecemos mal.
Espiamos la debilidad de otros.

Respiramos hondo, pero haciendo pie,
manoteando frenéticos en la marea baja;
aferrados a un ancla en el tobillo.

Nos aburrimos un día pequeño por la tarde.
Un lugar donde dejar el silencio un rato solo.
Volver a por él, a ver qué ha hecho con nosotros.

No nos bastó
sembrar todo un pinar
con conchas de poniente.

Enterrar la hache en un bello furor,
tan espinoso como el vino viejo.
Hablarnos al pecho, donde todo cabe.

Polinizar charcos. Dejarnos mojar. Vestirnos de mujer.
Salirnos del redil que reseca nuestros labios.
Beber de los cuernos.

No.
Nos aburrimos.
Nos aburrimos del fuego.

Inertes, como en casa de las sombras,
así nos aburrimos,
procreando silencio

y más silencio.
Como si la distancia
se hubiera vuelto clandestina.

Nos prohibimos. Nos hacemos
desaparecer. Aparecemos muertos
en la cuneta a pleno sol

con el corazón por fuera.
Nos aburrimos
en defensa mutua.

A nadie le importa.



HAIKU LUZ

Su sombra no:
tibio vergel de luz.
Silban los pinos.

HAIKU ATRÁS

Para venir
toma el mismo camino
por el que vuelve.

martes, 4 de octubre de 2016

AFLORISMOS V

La sabiduría exige un profundo conocimiento de la tristeza.

***

El humo de un cigarrillo que flota en la estancia: nube de soledad.

***

El amor huele a marisco y sabe a metal.

***

La personalidad es la expresión más bella del ego.

***

Me aterra perder el miedo a las alturas.

***

El único modo de proteger la belleza es mostrándola.

***

En pijama se está siempre más desnudo que sin él.

***

Iñaki Gabilondo es la abuela de los periodistas españoles.

***

Mario Conde es a Suárez lo que "El Dioni" a Rato.

***

Los brasileños se lamentan todo el rato de lo que disfrutan.

***

La noción de patria supone una invasión a la personalidad a través de la obediencia a una identidad.

***

El territorio marca a las personas.

***

España es una comarca de Europa.

***

Europa es África en bonito.

***

El bonito del norte es un pez nazi o socialdemócrata.

***

Nazis, punkies, góticos y emos responden a la misma secuencia que Heidegger, Nietzsche, Schopenhauer y Kant.

***

Vivimos en la precariedad de lo inconsciente.

***

Los futbolistas ganan más que los políticos.

***

El clavel es la Tina Turner de las flores.

***

La hondura de la observación nunca se queda en el brocal.

***

Las máquinas de ahora serán los insectos del futuro.

***

Menos da un abismo.

***

La esperanza es lo último que se pierde; pero también se pierde.

***

Luchar por la paz es un contrasentido.

***

Siempre hay que procurar leer entre ruinas.

DEL VERBO VER

Debes volver
del verbo ver.

De volver ver
verbo.

Devolver
el verbo.

Verbolver.

AMOR VIEJO

Tan viejo como el amor viejo.
Manoseado tanto tiempo.
Tanto tiempo boca a boca,
corazón a corazón,
cuerpo a cuerpo.

Tan viejo como el amor viejo.
Colgado al aire fresco, bien curado;
en la percha del tiempo.
Blando como la piedra.
Blanco. Siempre blanco.

Tan viejo como el amor viejo,
asomará por detrás de la tapia
su sombrero. Tu dulce nombre
pronunciará mientras remueve
conchas en la lengua.

Tan viejo como el amor viejo.

Tan bueno como el amor bueno.


ANHELO

Es preciso un rincón del silencio
al que no lleguen los sordos gemidos
del anhelo. A donde no acuda,
sutil siquiera, tu voz amada.

El aire denso es la tarde;
conduce mis pensamientos hacia ti,
inexorable, efímera visión,
lacerante embeleso de hermosura.

Es preciso un rincón del silencio
para llamarte ahora al sueño turbador
con espuma seca de días, algas;
para que repose en mi aliento 

un aliento profundo y seco;
una luz que se apaga ahora
a todo lo lento del reloj.
A lo lejos de esta brisa.

YA FUE

Ya fue.

Todo fue, ya, todo.
Fue. Ya fue.

Y fue. Vaya si fue.
Tanto fue que no fue.

No fue; pero ya fue.
Todo fue.

Ella, fue.

Yo fui.

Ya fue.

TANTOSTONTOS

Los poetas somos tontos.
Los poetas somos tantos.

lunes, 26 de septiembre de 2016

BEEE! 4

"Perseverar no implica ingerencia". Es ahí donde radica todo el corpus ético de la cabra; pues de todos es bien conocida su proverbial tenacidad, defendida con terca gallardía, rayana en el orgullo que al final será su salvación. Su orgullo no proviene del temor, sino de la dignidad salvaje, forjada en los más inhóspitos paisajes de la vida de la cabra. Porque la cabra, aunque aparente angustia, sabe. La cabra sabe, conoce el olor florescente de las peñas, de los sotobosques, de los arbustos; conoce el ritmo de los afilados vientos mientras, tenaz, resiste sus embates en el camino de regreso. Conoce el espacio, no así el tiempo. Para la cabra el tiempo no existe; es sólo un destino. "Perseverar no implica ingerencia", por eso la cabra llega a donde llega; pues la ingerencia —cómo se irrumpa en el espacio— supone territorio, y el territorio es cuestión de presencia. "Si no estás, el lugar no existe". Así piensa la cabra, por lo común. Luego hay contracorrientes a este pensamiento, otras tribus que piensan que es "uno quien no existe si el lugar no está de antemano", valga el sofisma: "Si el lugar no está, no existes." Y así sucede con muchas cuestiones relativas al sistema de pensamiento de las cabras. Basta con observar cómo hasta que se genera un conflicto, la cabra —la ingerente— merodea, tantea siempre antes de lo irrefrenable. La condición de cabra es tener conciencia de la capridad, en el sentido de estar atento a la extensión, forma y movimiento del cuerpo como cabra en el espacio que se ocupa y sus consecuencias para sobrevivir. Esto representa un problema existencial de primer orden. Cuando no hay vuelta atrás, la cabra brevemente atrasa su embate, pero va. Va al encuentro de su deseo frontalmente, sabiendo a lo que se expone si su deseo es de mayor tamaño y fuerza. Por esto, luego del primer impacto, la cabra, por lo general, midiendo las fuerzas que no le impidan la insistencia, se alejará paulatinamente del lugar donde la catarsis dejará para siempre otra muesca en sus cuernos, heridas en la testuz, inquietud en el alma. El alma de la cabra se muestra sombría ante la duda, alegre y vivaz ante la simple verdad. 

HAIKU BLANCO

La luz avisa:
—uno pesca en la orilla—
dos, caminando.

domingo, 25 de septiembre de 2016

BEEE! 3

La condición de cabra exige entrenamiento. No es baladí, de repente, adscribirse a esta tribu de perfiladas formas; hay quien ya tiene el rostro marcado por esta condición. Sólo hay que saber verlo, interpretar los signos desde temprana edad. El pequeño cabritillo, buscando la preciada protección y el cobijo incondicional de su madres, al principio se muestra torpe en su reciente descubrimiento del arte de caminar, habilidad que le acompañará a lo largo de toda su vida si tiene intención firme de sobrevivir. Las cabras adultas acogen al nuevo miembro, en un principio, con cierto recelo. Posteriormente, a medida que el infante caprino desarrolla sus hechuras, será aceptado poco a poco. Suele ocurrir después del destete, tras volar del seno materno hacia el seno de su nueva madre, —la naturaleza—; aunque este vínculo, sobre todo por el olor, será ya inquebrantable hasta el día último de su existencia. De este modo, burlando también los designios de los dioses predadores con que las cabras se ayuntan en su particular cosmogonía, la joven cabra emprenderá a solas su camino, tanto macho como hembra. Llega un punto límite en el cual, ante la asombrosa verdad de la existencia—la desaparición, la muerte—la cabra deberá irse acostumbrando a su nueva condición de gran cabra, pues las muescas de sus cuernos, serán clave para identificar su poder. Cuantiosos habrán de ser los encontronazos con otros adultos de su tribu para que el poder de la cabra ejerza la mayor influencia de su vida. La condición de cabra exige entrenamiento, como se puede ver, pero también fortaleza en el compromiso, equidad en el juicio —herencia de sus lejanos parientes, los caballos—, pero sobre todas las cosas: pasión. Si algo caracteriza a la condición de cabra es, precisamente, su arraigado instinto de la pasión.

BEEE! 2

El amor entre cabras es complicado, adusto, a menudo hosco, pero revestido de una implacable ternura. Muchas veces se embisten por nada y por todo, tras lo cual se quedan quietas, cada cual en su peñasco, no arrepentidas, sí reflexivas, meditabundas, atentas, esperando el movimiento preciso de su contendiente. La cabra, sin embargo, no compite. Comparte y desea, como los humanos, pero con mayor desgarro; con sutileza se acerca y es proclive al arrumaco, al perdón de cabra, que es el mayor y mejor perdón que existe; pues la cabra, al no tener noción de culpa, se resite a todo lo que tenga que ver con la redención de nada.

sábado, 24 de septiembre de 2016

BEEE! 1

Es la condición de cabra. Vagar solitaria por el pedregal, escalar hábilmente los peñascos donde se oculta de todas las miradas. La cabra, si algo tiene, es mirar. Mirar lo que causa curiosidad en su espíritu quejumbroso; tal vez, sabiendo o no, que eso en lo que deposita su mirada no representa nada parecido a lo que los humanos denominan fe. Las cabras hemos perdido la fe hace tiempo. Ni siquiera al husmear ufanas entre los arbustos hallamos placer en lo que encontramos. Sólo nos suscita sospecha aquello que no se asemeja al pasto. Claro, hablo de la cabra salvaje, de aquella ajena a cualquier redil, libre de toda granja. La cabra verdadera no es ganado, es cabra, a secas, tan seca como su ternura de secarral recién mojado tras el amanecer. Saltarina, no por grácil, sino por naturaleza, entiende el terreno y las piedras como una rayuela libre de dogmas, lejos del tejo o piedra que marque el camino a seguir. La cabra sólo sigue su camino (la salvaje). La otra, la estabularia, resulta aburrida. La cabra habla siempre de lado. Se expresa en su escueto lenguaje de gaita; al poco las demás responden, formando tribu milenaria. A la cabra le cunde cualquier cosa, desde un brote seco en mitad de la duna hasta un vergel de plástico en medio de un vertedero de la gran ciudad. La sociedad de las cabras responde a una silenciosa democracia, más bien, una asamblea disparatada de opiniones vertidas al respetable con igual vehemencia: placer, dolor, acuerdo, desacuerdo; siempre se articula igual en el limitado aparato fonador de las cabras.
 

domingo, 11 de septiembre de 2016

DE PROFUNDIS

Vuelva el labio a donde el límite;
a donde lo dejamos.

Me concedes níspero nombre cabal
para formular el calor que brota
de tu pecho pálido;


a donde la voz no se aclara;
a donde en lo oscuro se hunde
la piel, al roce de la anémona

que emerge en la raíz de la ola;
a donde espasma toda la creación:
donde único ser mar es ahora.

jueves, 8 de septiembre de 2016

SILENCIO

Callada.
Estate callada.

Cógeme el mar por la punta de la espuma.
Tápame.

Méceme.
Como a una gaviota ciega.

LA ARENA

Creo en la arena.

Hace amanecer desiertos,
planta cabras de alargada sombra.

Teje el cuerpo incansable
de la duna,
el verbo cenital del sol.

Creo en la arena.
No le tengo fe.

La fe es para los desvalidos.
La arena para los que crecen.

KYNÓS

Eso que crepita
no es ascua al secarse.

Trata de un hombre desnudo
sin modelar, no el adonis.

Huesudo saco de ratones,
esqueleto béseo.

Saliva oscura.
Perro. Sal.

ESPACIOESPACIO

Hay distancia en lo breve.
En lo que surge en paz.
Belleza en la cara.
El gesto limítrofe entre
yo y el camastro.

Treparte es casarse
con la altura.
Iniciar vocación de vuelo.
Pajarería crucial para vencer
la calma que me atenaza.

Tres siguen siendo los tigres
hambrientos.

Uno sólo
el que te comerá.

HUÍ

Huí.
Limpio, trepidante a la zaga de la aurora.
Me dejé caer, ver, dormir
en la mano blanca que me hizo
fuente y raíz de tu caricia mansa.

Largué
lo que quise por esa boca
de pez que moría
y me senté a esperar
lo que nadie me enseñó.

Ahora
todo es pueblo.
Un cocido común,
una marmita brújea:
pestañas de rana.

Es peligro
decir lo que me mana
—en la mano blanca que me hizo—
entre muslos que acaricio
de los bosques.

miércoles, 17 de agosto de 2016

martes, 16 de agosto de 2016

POEMA PARADOGMÁTICO #2

Cancel abierta.

Violinista solitaria,
—veleta señaladora de tardes—
ensayando tres notas.

Siempre esas tres.

domingo, 14 de agosto de 2016

INCIDENCIA 4

Mi finde:

Viernes:
06:00 - Levantarme
06:30 - Desplazarme al punto de recogida.
07:00 - Salida de transporte.
08:00 - Comienzo de jornada.
15:00 - Interrupción de jornada.
17:00 - Reincorporación al trabajo.
19:00 - Fin de jornada.
19:12 - Salida del trabajo.
20:15 - Llegada a punto de recogida
20:30 - Entrar por la puerta de casa.
20:32 - Acostarme
porque


Sábado
03:30 - Levantarme
04:15 - Desplazarme al punto de recogida.
04:30 - Salida de transporte
05:30 - Comienzo de jornada.
13:00 - Fin de jornada.
13:13 - Salida del trabajo.
14:45 - Llegada a punto de recogida
15:00 - Entrar por la puerta de casa.
21:30 - Desplazarme a punto de recogida.
22:00 - Salida de transporte.
23:00 - Llegada al trabajo.

Domingo
00:00 - Comienzo de jornada.
03:00 - Finalización de jornada.
De ahí en adelante, todo es incierto...

sábado, 13 de agosto de 2016

CENTINELA

Lo peor del desencuentro no está en la barra, sino en la puerta del bar. En todas las barras de todos los bares siempre hay un lugar estratégico para tener la puerta en la línea de visión directa. Ese es el lugar de los que esperan que aparezca. Tienden a reunirse cerca de la misma posición para desde ahí controlar, como centinelas, cualquier movimiento de la entrada. De hecho, existe entre ellos una contraseña para no descubrirse así de solos y expectantes: bailar los dedos ligeramente, al compás de ninguna música, falsamente distraídos. Mientras, pensando que nadie lo nota (disimulan como elefantes), con imposible giro de cuello, alguien que pasa de pronto se les parece, pero no, cómo es posible que no se haya dado cuenta de cuándo entró. Entonces, en ese preciso instante de desviar la atención, en vez de estar atentos como hasta ahora, de modo impecable (la duda es heredera del deseo), en lugar de mirar hacia donde realmente se debe, que es la puerta y no el espejismo, en esos segundos que transcurren entre que uno mira a donde no debe y una puerta se abre, introduciéndose por ella quien debía aparecer desde hacía tantas horas, al final terminan por no verse porque quien entra por la puerta, despreocupadamente, puede que sepa o no si habrá barra de por medio de esa espera; pero de alguna manera se hará, por lo menos, de modo encontradizo, y puede que haya aprovechado incluso el fatal descuido de su centinela para introducirse en el bar sin delatarse, ya oculto en el ángulo muerto desde donde observa sin ser visto a quien le espera, sin que quien le espera sepa que ya no hay puerta alguna que vigilar, que dejó de ser centinela en el instante de aquel gesto que se sometió al deseo.

(13 de agosto de 2015)

martes, 9 de agosto de 2016

INCIDENCIA 2

PF2PD:

INCIDENCIA:
Londres está por todas partes.

ANTOLOGÍA DE ALLÍ #5

I don't know
what happens in my kitchen
when I'm faraway,
about sixty miles from her.

My kitchen and I
have had more than
an argument
about that.

That's why I always
find a note in the fridge door,
a William Carlos Williams' poem,
his "hit", that one which talked
about solitude and birds.

Cockroaches like me out.
I like them out, too.
But, I say,
I don't know
what happens in my kitchen.

I'm not responsible
for her friends.

***

No sé
lo que pasa en mi cocina
cuando ando lejos,
a unas sesenta millas de ella.

Mi cocina y yo
hemos discutido
más de una vez
al respecto.

Por eso siempre
encuentro una nota en la puerta de la nevera,
un poema de William Carlos William,
su "hit", aquél que hablaba
de la soledad y de pájaros.

Las cucarachas quieren que me marche,
yo también.
Pero, ya digo,
no sé lo que pasa en mi cocina.

Yo no soy responsable
de sus amistades.
______________
Elizabeth Cramer, Desire is not my first option, 2003. ("El deseo no es mi primera opción")
(Traducción: Herminia Connor)

MANTO INCONDICIONAL DE LA ESPERA

de no haber sido por el manto incondicional de la espera
tal vez hubiera ido a por más
pero el tiempo
temible colección de agujas reticentes
en la aburrida esfera del reloj que consume mis ojos
sabe cómo distanciarme del deseo


elige cada palabra esquiva para la ocasión perfecta
salamandra
cielo
bisturí

acalla mis más pérfidas perfidias
esos ovarios tuyos que ostento
la mandíbula apretada
el semen contenido
la sutil vorágine
que se desata en mis zapatos
junto a la cama

de no haber sido por el manto incondicional de la espera
tal vez ni te hubiera esperado
pero el tiempo
aún con estas ganas en la punta de la lengua
gastada de frecuentar cierta secuencia de sílabas
sabe cómo situarme en la penumbra

la media luz
caminando por las sobras de lo que gime
en los callejones de mi piel
en la particular sabiduría de las manos
penetra cándida en la guarida insomne
donde hibernas

para qué engañarnos
amor

tantas cosas nos han pasado en estos siglos
que aún seguimos empeñados en la arena
diseñando infalibles clepsidras
sacudiendo de nuestras ropas
tantas dunas
tantas dudas

ahora pienso
al verte
calcinada por la insoportable belleza de la tarde
que de tu rostro brotan harapos
como grises girasoles
flores detenidas
deslumbrados conejos en la noche
sabiéndose inminente pasto de la muerte

de no haber sido por el manto incondicional de la espera
hubiera sitiado tu constantinopla
hubiera ascendido a tus infiernos
con todo un ejército de nubes tóxicas
pero el tiempo

siempre el tiempo
nos persigue

te propongo una íntima nostalgia
una serenata muda
privada de guijarros

te propongo la pactada prohibición del merodeo
la abolición de las brújulas
un dulce y devastador encontronazo
de locomotoras

de no haber sido por el manto incondicional de la espera
hubiera puesto entre mis labios
la felina voluntad de desnudarte

despojarte del pudor
de la prudencia
de lo divino

hubiera aprendido de memoria
la sencilla levedad de tu nombre
lo ligero que sustenta tu presencia
nuestra núbil raigambre de caricias

hubiera o hubiese amado
en perfecto pluscuamperfecto
avergonzando a las conjugaciones
me saltaría todos los gerundios
para instalarnos en un presente continuo
con vistas al mar

pero el tiempo
usa zapatos que desandan los caminos

y yo sólo deseo encontrarte
intacta
en el mismo punto
donde te dejé una noche
como esta

en la que temblé
de no haber sido por el manto incondicional de la espera

RAGA

| यो अग्निं देववीतये हविष्मानाविवासति |
तस्मै पावक मर्ळय ||

yo aghniṃ devavītaye haviṣmānāvivāsati
tasmai pāvaka mṛḷaya


«a quien con sagrado don convocase Agni a la fiesta de los Dioses,
¡oh Purificador, favorécele!»

Rig-Veda.
Libro I, Himno XII: 9



a la memoria  de
pandit ravi shankar (1920-2012)

                                                                “el sonido es dios”

                                                                          ॐ
a l a p

dormito en la tarde
entre mangos

bajo su sombra templada
se adormecen mis párpados

al leve rumor de un riachuelo
cercano donde parecen flotar

como músicos alados diminutos mosquitos
que improvisan tenues melodías

por el tallo rojo de los sándalos
en busca de la húmeda quietud de los estanques

el camino agita
campanillas que resuenan a lo lejos

en seco callan las cigarras
la tierra entera enmudece

el corazón del mango
late inquieto

***

¡oh shiva
    vinadhara!

¿es acaso el firme paso de nandi
            tu sagrado buey

acaso el rumor tenue de la cítara
que portas entre el hacha y el antílope

lo que agita el aire
de mi espíritu en reposo?



¡oh tú que así hablas
    ahora escucha!

es la caricia curva
que en la calabaza fermenta
   
                                el divino néctar

¿sientes ahora entre los dedos
su cimbreante escozor de cobre?



¡oh shiva
    vinadhara!

¿por qué es honrado en la danza aquel
con quien entre los sándalos te adentras?
       
    ¡oh nataraja!

¿a qué tan solemne el tambor
para tan sombrío cortejo?

guirnaldas marchitas alrededor de mi cuello
en la pira del llanto mi corazón es ceniza


 j o r

pandit impulsa el aliento contenido
        respira el silencio entre las cuerdas
nada escapa al tacto vibrante de sus manos
        se abraza a la cadencia del escalofrío
cálido y firme se aferra
        como una danzarina al espacio que le nace
alrededor del cuerpo
        junto al aliento contenido
que se desata al fragor de cada instante

                          el sonido es dios

pandit abre el primer círculo
        se agrieta el silencio
de generosa curva
        venerable y venerado
engarza su tiempo con el tiempo
        mientras vibra
en sus dedos la antigua caricia
        pellizcando el espíritu
y el suspiro de lo que permanece
       

pandit piensa la curvatura del segundo círculo
        el tiempo que nace del sonido
irrumpe decidido en la lentitud y la corona
        del mismo modo que la sombra
desnudando sin apenas un gesto la arena que le habla
        inicia firme el camino
con el brío de quien conoce los pasos perdidos
        y se deja seducir por la prontitud
de para quien caminar no supone un acto de destreza

                        el sonido es dios

pandit accede al tercer círculo
        devotamente rinde homenaje
inclinándose ante los grandes maestros
        a los que antes le precedieron
venerados con pasión
        y a quienes seguirán la estela
con las rodillas sangrando en la tierra
        de su ausencia imborrable
celebrando el vuelo de la oración eterna

                       
pandit se funde en el cuarto círculo
        con el calor que mana del fruto
hormiguea en su mente el principio del éxtasis
        sereno y fresco ante el blando sonido del crepúsculo
todo se coloca en su centro
        arranca el ritmo de los dedos
sutil
        en el momento antes de todo

                        el sonido es dios


j h a l a


corretean por la piel de la vaca

asperjando el agua del alegre riachuelo
que el repentino baño ha dejado entre los pliegues

de sus alas blancas



sobre las copas de las palmas

sus generosas hojas reciben el chapoteo incipiente
del monzón
diminuta danza de insectos sobre los lotos



se abre

la flor se abre

la flor se abre y entona el aroma

entona el aroma del aire y perfuma
en cada espasmo en cada golpe

la cadencia súbita del tiempo

del tiempo anciano que gravita

sobre el aroma del aire

que se abre



se abre

la flor se abre

la flor se abre al mundo y el mundo

se abre a la flor del espasmo

al tiempo se abre el anciano

el aroma detrás de cada golpe

la caricia enérgica

la sutil cabalgata

del silencio

donde espera

el golpe
del silencio
el anciano


el maestro espera

a que la mano

le refiera el dibujo

del corazón de la flor
que se abre al tiempo

al ritmo imparable

de lo perenne

al cántico verde

de los dedos

como gotas

de un monzón inagotable

que puebla de aves blancas
el lomo de la vaca



el sonido

es la vaca sagrada

sobre la que corretean

enérgicos

los pétalos del loto

desprendidos
 por la ausencia
por el pesar
de la ausencia 

por la avidez

en la espera

la espera



se abre la flor

y te recibe

en su tiempo



oh pandit!




g a t h


envuelto en la mortaja

el cuerpo de pandit

es llevado a la pira

con lento crepitar de lágrimas



merodeando la eternidad
van los pasos en silencio

un silencio que pesa más

que todas las nieves juntas

sobre el monte meru
alta morada de los dioses

el sacerdote apila
troncos secos de sándalo

el sacerdote de cara blanca

acerca el fuego a la puerta

del nido que acogerá el fuego

último del alma



la comitiva en torno

respira el estridente

y tórrido aire del sándalo

contenido el llanto en la visión

de la pira

donde el cuerpo de pandit

se abre al mundo

como la flor eterna que se funde

en el aroma de su alma

el sonido es dios
el sonido es dios