lunes, 28 de noviembre de 2016

ERIK

De caminar ramblas, la tarde
se hace cántico de hojas
temblorosas, un inmenso piano
vegetal.
Erik viene en su figura solemne
con mejilla sorda, calvamente;
viene de mandarse una carta
que jamás le llegará.
Ha escrito mal su dirección,
sus señas guardan cajas
con insectos que ponerse
en los dedos; es una broma.
Amuebla el cuarto
la música con sigilo de sus manos
frías, como si le doliera el hombre.
Como si le valiera el hambre,
un desayuno de labios secos;
las notas cuarteadas
goteando hacia las teclas
Erik compone
nocturnos para que bailen
esqueletos.

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