Hay una cierta psicosis sociopolítica en este país actualmente. Por
lo que se ve, la mayoría de los sectores conservadores (PP, PSOE, UPyD y
partidos nacionalistas) andan sembrando la alarma sobre las nuevas
formaciones aglutinadas bajo esperanzadores nombre como PODEMOS, GUANYEM
—la épica ética del poder—, tildándolas de populistas (por la boca
muere el pez), y/o ultraderechistas (qué mórbida fijación con Hitler,
neonazismos y demás fetiches históricos oficialistas); desde pertenecer
a grupos terroristas, pasando por contactos íntimos con el
fundamentalismo iraní, coqueteos con el régimen bolivariano, o con el
castricismo más hiperbólico. Esta revolución mediática generada —y
generalizada—, a través del desprestigio sistemático y programado ha
provocado un estado de neurosis social que se asienta sobre las
siguientes sospechas:
1) Los medios de comunicación no son la opinión pública.
2) El trabajo no garantiza la independencia económica.
3) Lo público no es gratis.
4) El tumulto siempre favorece la huida.
5) Gobierno y poder son partes del mismo error.
6) La igualdad es el uniforme de la diferencia.
(23 de octubre de 2014)
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