domingo, 25 de septiembre de 2016

BEEE! 2

El amor entre cabras es complicado, adusto, a menudo hosco, pero revestido de una implacable ternura. Muchas veces se embisten por nada y por todo, tras lo cual se quedan quietas, cada cual en su peñasco, no arrepentidas, sí reflexivas, meditabundas, atentas, esperando el movimiento preciso de su contendiente. La cabra, sin embargo, no compite. Comparte y desea, como los humanos, pero con mayor desgarro; con sutileza se acerca y es proclive al arrumaco, al perdón de cabra, que es el mayor y mejor perdón que existe; pues la cabra, al no tener noción de culpa, se resite a todo lo que tenga que ver con la redención de nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario