domingo, 30 de diciembre de 2012

MACHO OMEGA

se me comen

algo como un
monstruo no detectado
entre las fauces
de mi feliz infancia

un debajo de
la cama en su ángulo
                                                                                                                                                muerto

una estrategia
pulcramente urdida
para apartarme del resto
de la existencia

no soy convencional
no soy una presa
fácil
ni
dominante

no está en mi naturaleza
el gen de la depredación

sí en cambio
el de la degustación
no el del celo

como tampoco está ser
otra expectativa
de propagación de
la e s p e c i e

tan sólo soy
un pedazo del tiempo
extendiéndose
sobre la piedra vertebral
de un cuerpo
enfermo

aunque vivo

podría estar mejor

sin lamentarme

me entristece el tiempo
que pierden las

princesas

martes, 18 de diciembre de 2012

ESCORPIÓN

parece un extraño reloj
el
e s c o r p i ó n
no de arena
ni de tiempo

más bien un reloj
a c o r r a l a d o

una esfera en llamas
que lucha por alejarse
de ellas

es extraño el reloj
del
e s c o r p i ó n

se contiene en él todo lo crucial
de morirse
o matarse
de mirarse
y mutarse

el
e s c o r p i ó n
y el
t i e m p o

son pues

h e r m a n o s

ambos conocen el poder de las agujas
fermentando su veneno al sol
de los eriales

también
la mansedumbre
escondida en sus siestas

bajo el polvo

por eso

el
e s c o r p i ó n

vive atenazado
como un dócil cisne
rodeado por el miedo
al fuego en el tiempo
de ese amor

que le haga estornudar
hasta
la

m u e r t e



martes, 11 de diciembre de 2012

ETERNARIO (FRAGMENTO)

Hacia el interior, donde la niebla se disipa, se extiende el Gran Lago Gris de aguas serenas, rodeado de varias hileras de fresnos a lo largo del contorno de su orilla, salvo por una parte. Parece un inmenso estanque, sumido en la quietud de un templo de leñosas columnas. Sin embargo, cualquiera que sea el lugar entre los fresnos desde donde el caminante observe, siempre verá en la orilla opuesta lo que parece ser un acceso hacia el lago, eternamente inalcanzable.

Medité largamente sobre aquel fenómeno y el misterio que encerraba, pero no acerté a encontrar ni siquiera un resquicio de sombra en toda la extensión de mi mente para llegar a él. Incluso se me ocurrió trepar por uno de los fresnos hasta alguna rama más alta por si se trataba de un efecto óptico. Bien es cierto que a este lado la percepción de las cosas siempre se viste bajo otro aspecto y no tardé en darme  cuenta de que, nuevamente, se trataba de eso; había pasado demasiado tiempo al otro lado, por lo que mi percepción de las cosas se había acomodado a los seductores paisajes de la razón. Pero aquí nada es lo que aparenta ser. No hay tiempo, y por tanto, no hay movimiento; nada es lento ni rápido; el viento sopla y no sopla a la misma vez sobre los lugares que no son lugares.

Hube de visitar la vieja biblioteca circular, al otro lado, justo donde se encontraba el Gran Lago Gris rodeado de fresnos negros. Sentado entre ellos esperé a la lluvia.

La galería principal se hallaba en penumbras. Gracias a la luz de la luna que se colaba a través de los ventanales en arco de punto podían distinguirse las formas e incluso alguna noción de color. Revestida de mármol rosado sobre un suelo de jade con incrustaciones de obsidiana diestramente pulidas, la extensa galería principal se estrechaba a medida que avanzaba escaleras abajo y se hundía varios metros bajo la tierra. Al final del túnel, ya sin haces de luz en los que viajar permanecí a oscuras durante unos minutos. Hacía frío. La humedad había penetrado mi ropa. De repente, un intenso resplandor iluminó el túnel, dejándome ciego durante unos instantes. Era la arena de viaje de mis bolsillos, que al contacto con la humedad del ambiente había reaccionado.

Flanqueé la puerta que conducía a la gran sala circular. A pesar de carecer de luz, la arena conseguía que la gran sala principal quedara plenamente iluminada. La inmensa cúpula de mármol blanco estaba vestida desde su arranque en el suelo hasta el comienzo de su curvatura por negros estantes curvados de caoba, con cientos de anaqueles repletos de libros de distintos colores, grosores y texturas, grabados sus lomos con los más diversos signos y glifos, muchos de ellos imposibles de reproducir por manos poco diestras en las artes caligráficas. Intuía que era entre todos aquellos volúmenes innumerables donde se hallaría la respuesta a aquel misterio que el pensamiento ahora me ofrecía. Tal vez, la llave hacia aquel extraño conocimiento residía emboscada entre sus páginas llenas de ramas, pero podría estar toda la eternidad buscando y, probablemente hubiera sido descubierto antes de llevarme al otro lado aquella piedra de luz.

La inmensa sala circular tenía siempre el mismo aspecto girándose desde el centro, justo en el nadir. Sobre el punto blanco de mi eje en el ornamento helicoidal de mármol que cubría el suelo, comencé a dar vueltas, como hiciera en Konya, como una peonza oscilando en el eje de la esfera sobre la que parecía estar flotando debido al efecto óptico que producía el patrón del pavimento a cada nuevo giro.

Debió de ser la fuerza centrípeta, pues la arena de viaje salió expulsada de mis bolsillos a una velocidad de vértigo impactando sobre los lomos grabados, lo que produjo de repente un sinfín de pequeños símbolos brillantes flotando en el espacio; diminutos títulos impresos en trazos de luz, como lava que se deslizara lenta por las coladas de la sombra; pequeñas grietas de fuego en las paredes de la memoria.

Extasiado en la visión y en el aliento, permití a la extensión de mis sentidos hacerme reparar en un punto que carecía de luz. Sólo un único volumen de entre todos los volúmenes de lomo iluminado, justo el que la distancia hacía que estuviera frente a mí, mirase a donde mirase, permanecía ciego, sin título. Caminé trazando un radio con mi trayectoria hasta que estuve frente a él. Ahí estaba, justo al alcance de la mano, justo al alcance de mi vista sin necesidad de forzarla, preso entre los volúmenes adyacentes. Traté varias veces de procurarme un resquicio por el que lograr extraerlo del anaquel, pero no hubo forma, a lo que se sumaba un lomo tremendamente deslizante pero de agradable textura.  Parecía resistirse a su liberación. Hallé el modo de engañarle extrayendo uno de los libros adyacentes. Funcionó. Con facilidad, un grueso tomo con un título escrito en algo parecido a glifos mayas cedió entre mis manos, cayendo al suelo con un estrépito acorde a la acústica de la gran sala, de proporciones catedralicias. Atemorizado por mi posible delación ante la más que probable presencia de algún guardián, permanecí de cuclillas durante unos segundos que se alargaron como los ecos perdiéndose aún galería arriba.

Sujeto ahora por su propia caída hacia un lado, formando en el espacio desalojado dos triángulos equiláteros con fondo de mármol, logré hacerme con él al extenderse la superficie de agarre sobre ambas tapas. Una vez en mis manos, lo examiné con cuidado. No había ningún sello grabado sobre él, nada que hiciera a su poseedor consciente del contenido de aquel extraño libro. Extrañeza a la que contribuyó el hecho de no poseer ningún modo de abrirse, pues si bien podía verse con claridad el cuerpo del libro, de un inmaculado blanco, entre la cobertura de las tapas, éstas no tenían filo por el que abirse: un libro de dos lomos.

La luz se fue retirando poco a poco. El aire comenzaba a hacerse más seco hasta que finalmente me vi envuelto en la más densa y pesada oscuridad. Entonces regresé, amparado en las sombras.

Tendido entre los fresnos, al pie del lago, comprendí.

Hay puertas que nunca dan a ningún lugar, porque hay lugares a los que no llega ningún camino de igual modo que flotar en el centro del pensamiento sólo puede hacerse girando sobre el eje de la memoria.

Fue así que se me otorgó el don de olvidar hacia adelante.

KOAN

¿Cómo será el autorretrato de un árbol?

sábado, 1 de diciembre de 2012

LA MENTIRA

la mentira es una zona de la verdad que tiene miedo
la mentira es una oscura cavidad donde viven los enanos
de la desesperación
la dura consecuencia de una herida calcárea
la honda pena de una casa a la que le gimen las paredes

la mentira es esa escoba para perlas
que se saca después de las siestas
un terrible asilo de palabras malditas
una bandada de murciélagos
oxidándose en la boca

la mentira es eso que le falta a los árboles
a los lunes explotando en la ventana
en las panaderías en las manos de los niños
en el rostro de quien amas desde el principio
de su nombre

la mentira es un elegante butacón de espaldas
a la vida que le pasa a los demás
una carrocería a punto de ser desguazada
una sopa en plato llano
la ropa tendida que nunca se seca

la mentira es el único mandamiento revisable
la mentira es una táctica del hambre
para no darte de comer
a los leones o a los cristianos
es un puntapié silencioso a una cacerola

la mentira es tan despreciable como hermosa
cuando la ves subir por las escaleras
vil y arrogante como una góndola
campando por la vida
con su insolente displicencia de avioneta

la mentira es una plaza vacía
que no halla consuelo en el invierno
el cadalso de los fieles de los leales
de los eternos pelícanos del egeo
con el buche repleto de caléndulas

mi mentira es su búsqueda

HAIKU DE INVIERNO

bajo la lluvia
subiendo por la calle
¡cuántas medusas!