Sabes por dónde entras.
Sabes por dónde sales.
Ves la estructura. No el camino a seguir.
Perderse es lo normal.
Encontrarse, también.
La cuestión es si Ariadna
espera al otro lado,
pendiente del hilo.
La cuestión es si el Minotauro
eres tú. O yo.
O Ariadna.
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