miércoles, 7 de diciembre de 2016

DURMIENTES

Me soplas en las palmas de las manos
mientras dormimos.
Tu aliento es viento del desierto,
hormigueo que gime y se desvela
—duna avanzando lenta por mi rostro—.
Te vuelves; me das la espalda, y tu cuello;
tu nuca describe una geografía muda,
un silencio que busca guarecerse
en mis costillas. Caricia frágil, difusa.
Olor de rocas pulverizándose
mientras respiras. Tierno sucederse
de las horas. Breve escalofrío iluminado;
breve tu espalda, acoplada en el espacio
que mis labios besan, dormidos.
Sobresalto en mis ramas; sombra fresca.
La noche se cansa entre nosotros.
De tus pies germina el frío que acojo
entre mis corvas.
Sólo entonces cae el amor
hacia la calma.

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