De caminar ramblas, la tarde
se hace cántico de hojas
temblorosas, un inmenso piano
vegetal.
Erik viene en su figura solemne
con mejilla sorda, calvamente;
viene de mandarse una carta
que jamás le llegará.
Ha escrito mal su dirección,
sus señas guardan cajas
con insectos que ponerse
en los dedos; es una broma.
Amuebla el cuarto
la música con sigilo de sus manos
frías, como si le doliera el hombre.
Como si le valiera el hambre,
un desayuno de labios secos;
las notas cuarteadas
goteando hacia las teclas
Erik compone
nocturnos para que bailen
esqueletos.
se hace cántico de hojas
temblorosas, un inmenso piano
vegetal.
Erik viene en su figura solemne
con mejilla sorda, calvamente;
viene de mandarse una carta
que jamás le llegará.
Ha escrito mal su dirección,
sus señas guardan cajas
con insectos que ponerse
en los dedos; es una broma.
Amuebla el cuarto
la música con sigilo de sus manos
frías, como si le doliera el hombre.
Como si le valiera el hambre,
un desayuno de labios secos;
las notas cuarteadas
goteando hacia las teclas
Erik compone
nocturnos para que bailen
esqueletos.