lunes, 28 de noviembre de 2016

ERIK

De caminar ramblas, la tarde
se hace cántico de hojas
temblorosas, un inmenso piano
vegetal.
Erik viene en su figura solemne
con mejilla sorda, calvamente;
viene de mandarse una carta
que jamás le llegará.
Ha escrito mal su dirección,
sus señas guardan cajas
con insectos que ponerse
en los dedos; es una broma.
Amuebla el cuarto
la música con sigilo de sus manos
frías, como si le doliera el hombre.
Como si le valiera el hambre,
un desayuno de labios secos;
las notas cuarteadas
goteando hacia las teclas
Erik compone
nocturnos para que bailen
esqueletos.

domingo, 27 de noviembre de 2016

CREERSE AÚN

Creerse aún
que uno va por ahí,
desafiante, cargándose
y cagándose en la vida;
rozándose con una colección
de viejos trofeos,
con dentaduras postizas,
y gafas de cerca,
porque lejos no es más
que la distancia que un bastón
permite recorrer en dos meses
desde la casa de uno
hasta la infame frutería.


Creerse aún
que uno es más que dos,
al fin de todo. Trastornado,
olvidadizo como un pez
eterno, con indecisión de brújula.
Imbécilmente seducido por la arena,
con sonrisa de delfín varado,
por otra marea.
Pontificando causas y defectos,
haciéndose mártir, beato, incluso.
Ponerse a tiro de piedra
de los pájaros que saben
qué nombre ponernos cada vez.

Creerse aún. Pensarse poco.
Hablarse aún menos,
con la boca negra y ancha,
con la boca chica y seca.
Tener broncas con la lluvia,
maldecir los floreros,
sacudirse las plumas muertas,
las mentiras cansadas de mentir;
lo puro, todo lo que es surco, o humano.

Quedarse a solas con todas las ganas,
quitarle a todo el mundo lo bailado.
Temer. Sobre todo temer.
Creerse aún.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

ORTOGRAFÍA

Hay quien no tiene que comer para vivir.
Hay quien no tiene qué comer para vivir.

Quien se come la tilde vive.
Quien no se la come muere.

Lo macabro que resulta
comerse una tilde por descuido.

La importancia de la ortografía.

martes, 22 de noviembre de 2016

FRÁGIL

Lo leve. Arquitectura fugaz
del instante en las cosas;
desalojo del aire circular,
copo de tiempo flotante
fraguando en el principio
de la voz, en el umbral
tibio del aliento.

sábado, 19 de noviembre de 2016

HACIA EL ASCUA

Dirige mi mano hacia el ascua.
Hacia la hendidura de la flor carnal
que engendra el caño en el estanque.
Hacia el loto sumergido,
hacia la cautela saciada
en toda mansedumbre,
hacia el humedal de tu voz
empapando mi cuello.


Hacia el ascua, dime, luego,
hacia la nueva casa del hambre,
insaciables, secos, encerrados
con todo lo que arda,
devorándonos al aire fresco
en el patio vacío,
recién llovido el fuego;
como estemos.

Hacia el ascua última.
Hacia el ascua.

ANTOLOGÍA DE ALLÍ #5

Meas pilas.
Me apilas al costado y
el mar cae sobre el catre
mientras locos, —sobre todo YO
te huelo el orín—, olemos a borne
MAGNÉTICO como el saco de carne
encontrado en la playa sucia.
Concha es COÑO en Argentina,
pero no cae nada. Sólo pilas.

Meas pilas, tenaz. Tenazas tus piernas.
Como si vinieras de naufragar
al costado del catre por el que
YACES en cueros, rasgado
néctar de tu vulva al sol,
salazón de mi verga oxidada,
ECO
CHIRRIANTE, constancia lenta.

(De Queso rugoso, de Ernesto Genovés, 1999)

POEMA SEDUCTOR

Sé que te gusto.
Te estás haciendo la interesante,
hojeas con estudiada indiferencia,
pero siempre te paras en mí, breve.


¿Quién te dirá que esos ojos
pertenecen a la más hermosa
de las musas, sino yo?

Que tu cuerpo liviano
gravita tibio sobre la estancia
cuando de tus labios pende
un suspiro hondo al cerrar el libro.

Que el mar sale de tu pelo,
desbocado hacia el aire
que te rodea; tu hermoso pelo
vaporoso.

Que me encanta el tacto
de tus yemas sobre cada
verso mío, acariciándome
las letras, erizándome las íes.

Lo estás deseando.
En una de éstas
capaz soy
de hacerte

lo que no está escrito.

PAR

Brava. Inclinas la cabeza hacia el lugar donde el mar cuece su espuma, caldero eterno de la suave brisa que juega a morirse en mi ser donde todo es cauce, ristra, eco. Volver a la memoria táctil donde la ternura se hace brisa sobre el repelús de tu piel donde tus tetas cobijan algas que nutren el ser del amor como un corderillo ciego en su recién nacer. Qué perderse en tu suavidad, en la tibieza del calor distante, imaginado sueño constante de la aurora que rasga este deseo sin tregua. Lamerse de la sal. Agitamiento de marea: aquí es donde el sol te guarda, todo el calor de la memoria. Todo lo que es morderse de los labios. El hechizo de las abejas en tu alto vientre. El beso que jamás dejará de secarse en la almohada. Gratitud enferma, pasión, cala desnudez genital del viento, escalofrío que fragua nuestro ser en ser los dos que somos. A la par.
Pero te vas, común como el trigo. Secándonos para el trillar del verano. Los pinos secos, desalojándose en el cuerpo bronco de las cigarras Quitándonos la careta donde se oculta el verdadero rostro de lo que se nos cuela en la verdad de cada beso, amor. Quién sabrá nada cuando nadie sepa qué. Lo que nos pide la aurora en esta siembra. Lo que brote así, sin causa ni pena; lo que por fin exige la palabra leve, tierna sobre los dedos que te teclean el nombre. Amo tu nombre. Tu palindromía, tuya también. Lo capicúico que dará ser en lo cielo en la arena mansa de nuestros pies alados. Ícaros.

TRANSITORIO

Transitorio:
Lugar donde todo pasa;
donde todo se sucede.
Caudal agreste, salvajura,
quicio que se atraviesa.
Quedarme en lo que nos queda,
como una breve carpintería
de árboles.
Secarnos al sol de lo que huye.
La playa repleta de silencio.
Cosas que dan al aire forma de gaviota.
Suelo.
Huellas que se dormirán en lo eterno.
Aquí se vibra.
Aquí explota la membrana clara
del sexo incauto. Lo que nace y muere,
al mismo tiempo.
Cosa que trina, como la voz
de un pájaro-pez. Nada
como vuela el sentido
de las alas.

lunes, 14 de noviembre de 2016

POEMA ENVIDIOSO

Míralo.
Mira con qué aires se pavonea
cuando es recitado.
Tampoco es para tanto,
un soneto del montón
que cualquiera podría haber escrito.
Bajo esa forma perfecta
esconde sus defectos:
las sinalefas, forzadísimas;
las rimas, poco atrevidas
para lo que sería un buen soneto.


¿Qué tendrá que yo no tenga?

Míralo.
Mira con qué arrobo se detienen
en sus versos las muchachas;
lo leen y lo releen, turbadas,
como si no hubiera más sonetos que él.
Todas caen a sus pies;
que además le huelen fatal.

Por favor.
Pero si además se le ven las arrugas,
las disimula con metáforas manidas,
frecuenta los mismos lugares comunes
que otros sonetos, y va de aventurero...
En el fondo no dice mucho,
es un aburrido, apenas se ríe,
tan serio, tan solemne,
ya digo,
un soneto del montón.

Con esos tercetos engalanados.
Es un cursi.
No lo soporto.

Encima va presumiendo
de tipografía;
de mayúscula inicial.

Típico
de los que la tienen
pequeña.

domingo, 13 de noviembre de 2016

POEMA COTILLA

Me enteré de que la novia del lector del poema XX
de Neruda tiene un lío.
Me fijé ayer:
"Puedo escribir los versos más tristes
esta noche..."
Incauta,
la novia del lector —incauto
también él, porque mira que dejarse
el libro abierto por la página justamente
donde está ese poema es de no tener
dos dedos de frente—
empezó a llorar nada más terminarlo,
lo sé por las lágrimas que caían sobre mí
ya que estoy al lado
—soy el poema XIX—.


A mí me da que ellos ya no estaban muy bien.
Hace algunas tardes la sorprendí
coqueteando con poemas
de Allen Ginsberg, —a ella siempre
le atrajeron más los beats— .
Ella lo llevaba en secreto, pero él,
una tarde se encontró una servilleta
con la que ella marcó el poema XX
con el nombre de Moloch escrito, y esto
le hizo sospechar. Por eso él le dejó
anoche expuesto el XX, sin la servilleta,
para que ella se diera cuenta
de que él se ha dado cuenta
de su infidelidad.

Diez años juntos, una pena, la verdad.
Por cierto, que el tal Ginsberg, por lo visto,
es homosexual y toma drogas;
pero claro, ellá sabrá en quién deposita
su interés; yo ahí ya no me meto.

sábado, 12 de noviembre de 2016

POEMA HIPOCONDRÍACO

Me pasa de todo.

Por la mañana el poeta me piensa,
y eso ya supone un motivo de preocupación,
porque vaya a saber uno
lo que el poeta tenga en en el alma
cuando me piensa,
que me introduzca una musa, así,
a pelo, en las entrañas,
sin protección.


Y yo, que siempre me cuido
de tragedias personales,
de esos dramas de poeta
sin remedio;
de repente me veo tan expuesto
a sus virus,
a esos sus tantos malos hábitos.
No es higiénico; sus lágrimas
sin esterilizar, sin consuelo;
me quitan el aire.

Antes de almorzar
—sin lavarse los dientes—,
el poeta me lee en voz alta.
Me expone a un desaliento
que no controlo,
entonces empiezo a temblar,
la tensión otra vez, disparada.
No es bueno que un poema
esté descompensado.
Me puede dar algo.

Cualquier día aparezco muerto.
Y luego el poeta dirá, pensará,
se lamentará por haberme sometido
a semejante régimen.
Cada diez minutos se olvida
de lo edulcorado de sus versos;
¡como tengo yo el azúcar!
Irresponsable, cualquier día
me mata.
Me finaliza.

Me pasa de todo.

Tomo tres pastillas diarias
para que no me duela tanto el poeta.

viernes, 11 de noviembre de 2016

OXIDENTE

Es herrumbre.
Herrumbre que tiñe los tejados,
las patas de los gatos, el pico
envenenado de las palomas
—indigentes con alas—,
es herrumbre en las lágrimas,
oxidándose en esta parte del mundo.


Es herrumbre
porque ha llovido mucho y nadie
ha secado las heridas, el llanto:
serrín de esta tristeza de metal,
como el gusto de la sangre;
herrumbre que salpica los abrigos
de los habitantes, perlados de sudor,
hacinados en vagones despavoridos
por las venas bajo las ciudades
de Occidente.

Es herrumbre
el adiós que se cae de los puentes
de hierro forjado; herrumbre el motivo
fatal de los suicidas. Las cadenas
que sacuden los presidios, los charcos.
La verdad corroyendo los eslóganes;
herrumbre en las ranuras de los parques.
Todo aquí se oxida. Al aire. Se corrompe,
vil como el vil metal que nos corrompe.
Las nubes que pueblan lentamente
la mañana. Herrumbre.

Es herrumbre
lo que tengo en las manos,
Escombros lo que mis ojos veneran,
la fe, el olvido, el amor: también herrumbre.
El pensamiento calcinado, el corazón deshecho.
Herrumbre la miserable canción de los poetas,
clavada en las entrañas como un puñal,
como una razón implacable de tortura.
Es herrumbre el sueño mal dormido,
el progreso de la vida, el hambre
que se pudre en el estómago vacío.

Es herrumbre el peso de las cosas.
El tiempo que no nace en los quirófanos.
La valentía del papel que todo aguanta.
La tinta, herrumbre líquida que destilan
las palabras de las desoladoras tardes
de la gente sola. Con herrumbre en los hombros.
En los cuerpos donde se esconde el abrazo
mustio de las flores.

Es herrumbre el porvenir indomable.
La ira, el fracaso, el fraude del alma,
es herrumbre.

Herrumbre el volumen de la voz
que todo lo calla.

jueves, 10 de noviembre de 2016

FORMAS

Un poema es un peine
que adecenta los cabellos
del idioma en que se escribe;
una escalera por donde se sube
a la azotea de la casa de la palabra,
de donde despegan aviones de papel
hacia destinos que sólo los locos conocen.
Los surcos de un huerto donde crecen selvas,
árboles brutales de cuyas ramas cuelgan frutos
que engalanan nuestras formas diferentes de mirar
lo que le pasa a la vida que nos acompaña a todas partes.

RAÍZ

Raíz de tu cuerpo arbóreo
en tu seno contenida
sosteniéndote en el frío
que arropa mi furor,
benigno. Tallo quebradizo.
Repto por el musgo
haciéndote un nombre
de la niebla. Quedarme
plantado en la fiera
claridad de tu esqueleto:
única creencia que
me hará brotar pétalo
adentro, ardiente.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

TERSA

Saberme de tu piel el tacto primigenio;
el cuero antiguo del antílope.
Sacar de la piedra
el color de tu caverna,
pintar el mito que volverá
en la estación fría a calcarse
sobre la pared curva de tus manos,
suaves como el aire caliente
que fragua en tinta
este poema palpitante.
Pulpa rugosa de la carne
lamiéndote el nervio, como el sílice,
penetrante, deshaciéndote en gotas
que colman tu oscuridad con sal.
Imitarte en el ritmo de tu pubis,
ritual que invoca la saliva,
derramar estrellas sobre
tu grupa salvaje, húmeda.
Tersa tu temblorosa quietud
sobre mi vientre.
Tierno espasmo en tus rodillas.
Ahora duermes. Caes hacia mí
con la mansa pubertad
que te ha nacido entre nosotros.

martes, 8 de noviembre de 2016

GUIÑO

Cuando a este viejo una muchacha
le guiña un ojo, sabia,
instala en su memoria tactos,
memorias de brotes tiernos.


Despierta a su lado un espectro
amable de múltiples señales
que acompaña todo el día,
fulgurante, su fugaz saludo.

Recrea, tan bella, la condición
dudosa del amante solícito;
la intención sensual de sus narices
rozándose la comisura del aliento.

Cuando a este viejo una muchacha
le guiña un ojo, como breve cortesía,
sabiamente intuye que la ama,
sin bajezas, a la altura de sus hombros.

Él venera la dulzura de su gesto,
aprecia su cómplice osadía,
imagina del dolor lo que le desaloja
para no hacerlo más difícil.

Pasa a su lado sin nombrarla.
Inclina su rostro hacia ella,
con el cariño del verbo
suave como un leve candil.

Cuando a este viejo una muchacha
le guiña un ojo, sin otra intención
que el hábito sutil de quien
empieza a acostumbrarse

a su azarosa presencia,
a la curiosa lejanía que los une
en ese instante,
tal vez le descubra el encanto

que, con su guiño,
llevará a este viejo
hasta las puertas
de su nombre.

POEMA OBSESIVO COMPULSIVO (POC)

Un verso, otro verso, otro...

Podría estar así toda la vida.
—Un verso, otro verso, otro—.
No acabaría nunca,
como un cantar de gesta
—un verso, otro verso, otro—
que gesta mi obsesión de ser poema
—un verso, otro verso, otro—
y volver a serlo otra vez, todo el rato.


No puedo controlarlo
—un verso, otro verso, otro—,
sé que no es sano, pero
¿qué hago?
—un verso, otro verso, otro,
y otro, y otro, otro verso, y otro—
Esto cada vez va a más.
Me han dicho que respire,
que cuente hasta 3 antes de
—un verso, otro verso, otro—.

No sé lo que me pasa, pero es
que es ver una palabra y
—un verso, otro verso, otro—
no poder parar, no puedo.
Se me escapa de los pies.
Falta de voluntad de parar:
no puedo dejarlo,
—un verso, otro verso, otro—.
Para suplir qué, ¿eh?, ¿qué?

Un verso, otro verso, otro...

lunes, 7 de noviembre de 2016

POEMA PARANÓICO

Me quieren leer, seguro.
¿Pero por qué?
No tengo nada que darles.

Me buscan con afán
entre las páginas.
¿Qué quieren de mí?

Los críticos me persiguen
para dejarme en ridículo.
El mejor lugar para ocultarme

es alguna antología,
de esas que abarquen
muchas generaciones.

Ahora todo el mundo
se reirá de mí.
Dirán: "¡Vaya mierda de poema!"

Ojalá que en alguna mudanza
me traspapele
y no sepan dónde estoy.

No quiero que me lean.
¡Dios! ¡Maldita la hora
en que me escribieron!

Sólo la idea me hace
temblar como una hoja.
Debo permanecer callado.

No puedo estar tranquilo
sabiendo que hay indeseables
por ahí que aún leen poemas.

POEMA NARCISISTA

Se lee a sí mismo y se recrea
en su forma; su cadencia
le resulta irresistible.
Es consciente de su profundidad,
de su belleza y le enfurece
que los demás no se den cuenta.
Con lo sublime que es.


Es tan perfecto
que ni hace falta corregirlo.
Salió así, por fortuna, no como ésos
a los que hay que peinarles las sílabas
o arreglarles los símiles para que
tengan alguna remota ocasión de seducir.
Nunca le llegarán a la suela del tropo.

Todos los tratados hablan de él.
Le sacan fotos en distintas poses,
todas ellas magníficas.
Viaja por el mundo en distintos
idiomas, le invitan a congresos
internacionales, se le hincha
el verso en cada frecuente homenaje.

Se lo saben de memoria;
gracias a él los amantes se han amado,
algunos han tenido hijos, incluso;
familias numerosas; generaciones
que guardan con celo ese poema
que les da sentido a su existencia.
El gran poema de sus vidas.

El último poema del desierto.

¿Qué sería de la poesía universal
sin él?

domingo, 6 de noviembre de 2016

POEMA INCONFORMISTA

Al principio le falta gancho.
El final le parece insuficiente,
incompleto. Hasta ramplón.

Es un poema que nunca acaba
de definirse. Siempre está igual:
cambiando cada coma; cada palabra
le suena mal, no casa con el resto, dice.

Revela inseguridad, piensa.
Esto aquí no. Allí lo otro sobra.
Tarda en escribirse. En soltarse.
No sabe muy bien qué título ponerse.

De hecho, su drama consiste en
no creerse que es un buen poema,
siéndolo. Pero no se convence.
Siempre hay algo que lo atenaza.

No quiere parecerse a otros,
quiere ser único, original. La mejor
de todas sus versiones.
No desea ser leído hasta estar bien acabado.

Es un poema que se quedará solo.
Sabe que su destino es la triste libreta
eterna. Acostumbrado a la desazón
que cada tachón le produce.

Por eso nunca será feliz.
Por eso tendrá tantas versiones
que nunca será redondo.
No dejará escribirse.

Se consuela, tontamente,
convencido de que nunca
será un poema.

Ahora
quiere probar con la prosa.

POEMA TÍMIDO

A menudo aparece entre otros poemas,
en un rincón del libro, ahí, solo.

Su título no es nada especialmente llamativo.

Con respecto a los demás
poemas, se siente poca cosa,
desmerecedor de vigorosas y bellas
metáforas. Carente por completo
del audaz y valiente retruécano,
del hábil juego de símbolos que,
por su torpeza, darán con sus versos
en el silencio, en la indiferencia.

Sigiloso, cruza de puntillas por el texto
el salón engalanado hasta los ojos
que le gustan, pero que no se atreve
a humedecer; le puede el pudor.
También la envidia.

Se atasca cuando los ojos que le gustan
se fijan en él por un instante. Se pone rojo.
Es incapaz de dirigirles la palabra.

Prefiere no hablar de ciertas cosas,
no vaya a ser que le dejen de leer
en la primera estrofa.

Le gustaría decirles tantas cosas
a esos ojos.

Lo que no sabe el poema
es que a esos ojos
sus ripios no les importan,
tampoco sus erratas.

Los ojos que le gustan al poema
también tienen miedo
de no saber leerle.

sábado, 5 de noviembre de 2016

POEMA ANTIPÁTICO

No te hagas ilusiones.
Este poema no habla de ti.
No está inspirado en nada tuyo.
No será más bello porque pienses
que pensé en ti cuando lo hice.
No tendrá mayor trascendencia.
Ni la menor importancia.


No te arregles para este poema.
No poses para él. Este poema
no se refiere a ti; está muy lejos
de ser, siquiera, un retrato tuyo.
Pierdes el tiempo. Ocúpate de otra cosa
menos de este poema.
Es inútil. No insistas.

Este poema no habla de ti.

REFUGIO

El perfil de un nido entre la nieve
cayendo con furia sobre el otoño
—conquistando su parte del frío—
rueda en el pavimento,
corona de espinos
a un resucitado; un exilio urgente
de aves dentro. Repelús por el jersey,
junto al banco de piedra de la plaza,
bajo el laurel, tumbado, hé ahí
el señor.

viernes, 4 de noviembre de 2016

LABERINTO


Sabes por dónde entras.
Sabes por dónde sales.
Ves la estructura. No el camino a seguir.
Perderse es lo normal.
Encontrarse, también.


La cuestión es si Ariadna
espera al otro lado,
pendiente del hilo.

La cuestión es si el Minotauro
eres tú. O yo.

O Ariadna.

jueves, 3 de noviembre de 2016

OTOÑO

Otoño: lágrimas secas y pardas que se caen de los árboles con sus abrigos de niebla. La lluvia toca a la puertas blandas del musgo que yace dormido sobre las piedras calladas.