domingo, 27 de noviembre de 2016

CREERSE AÚN

Creerse aún
que uno va por ahí,
desafiante, cargándose
y cagándose en la vida;
rozándose con una colección
de viejos trofeos,
con dentaduras postizas,
y gafas de cerca,
porque lejos no es más
que la distancia que un bastón
permite recorrer en dos meses
desde la casa de uno
hasta la infame frutería.


Creerse aún
que uno es más que dos,
al fin de todo. Trastornado,
olvidadizo como un pez
eterno, con indecisión de brújula.
Imbécilmente seducido por la arena,
con sonrisa de delfín varado,
por otra marea.
Pontificando causas y defectos,
haciéndose mártir, beato, incluso.
Ponerse a tiro de piedra
de los pájaros que saben
qué nombre ponernos cada vez.

Creerse aún. Pensarse poco.
Hablarse aún menos,
con la boca negra y ancha,
con la boca chica y seca.
Tener broncas con la lluvia,
maldecir los floreros,
sacudirse las plumas muertas,
las mentiras cansadas de mentir;
lo puro, todo lo que es surco, o humano.

Quedarse a solas con todas las ganas,
quitarle a todo el mundo lo bailado.
Temer. Sobre todo temer.
Creerse aún.

No hay comentarios:

Publicar un comentario