viernes, 27 de julio de 2018

ARQUEOLOGÍA


Aquí está mi corazón,
perfilado,
punta de flecha.

Aquí está mi hueso,
mi fémur, mi mandíbula,
mi cráneo.

Aquí el pedernal,
aquí la lanza, los abalorios
de la muerte.

Aquí está mi silencio,
la maldición de todo enigma;
el indescifrable secreto

de cómo mi voz
descubrió la palabra
búfalo.

jueves, 26 de julio de 2018

LO QUE AL FINAL PASÓ

Volvieron las oscuras golondrinas.
Volvieron a colgar de tu balcón los nidos.
Fueron tantas, que los nidos se desprendieron,
cayeron al vacío con los polluelos dentro,
impactaron, unos en el asfalto,
otros en la acera, los más afortunados
sobrevivieron unos minutos bajo el calor
de los coches en doble fila, esperando
padres a sus pilluelos entrar en los colegios.

Pasó que al final vino la muerte,
y por mucho que arañó y arañó,
por mucho que hizo por hacer el mal,
nunca tuvos tus ojos.
Los versos más tristes de aquella noche
se aburrieron de esperar. Se marcharon;
hicieron camino al andar
al saber lo que tenía la princesa,
—sabía volar, que el verde la quiso, verde—

Llorando, el hortelano,
fue, a nariz pegado,

y dijo:

"Ser y no ser."

Se acabó el dilema.

martes, 24 de julio de 2018

CORRE

Corre.
Corre hasta donde no puedas.
Te cansarás pronto, y al caer
rindiéndote sobre la hierba,
entenderás para qué me acerco.
Cómo la vereda, de repente,
se hace antesala de algo extraño.
Sin erizos, conejos, murciélagos.
De pronto se nubla.
Apareces mañana.

BROTE #1

CONSIDERACIÓN // Le dijo a su pareja antes de morir: "Espero que antes de irte de este mundo hayas follado con quien te apeteció mientras estuvimos juntos".

Nunca publicó para evitar que sus críticos hicieran el ridículo.

La maldición del poeta: llenar de palabras lo que el amor vacía.
Su misión: vaciar de palabras lo que el amor llena.


OMPHALOS

Ombligo del mundo
que quitas el pecado de Dios.
Gran omphalos del que todo surge:
sede central de tu ser,
trono áureo desde el que tu ego
me observa, desde las alturas;
alza tu vara de medir el universo.
Sométeme.
No soy digno de tu perfección,
de tu solo nombre,
de tu verborrea centrípeta,
de tu cosmética excelencia.

Muéstrame el oasis donde saciar
la sed de tu gloriosa presencia
junto al resto de mortales,
donde sorber de tu divina fuente
todo el perdón que nos concedas.
Faro de la humanidad,
poderoso imán para polillas descarriadas.
Aliméntame con tu grandeza,
con tu retórica sublime,
embelésame con tu esbelta figura,
—¿no ves cómo resplandecen
mis ojos al mirarte?—

Bríndame la gracia eterna,
la perenne dicha de tus designios.
Que mi destino sea ocuparme
constantemente en tus asuntos,
de tus deseos, de tu venerable veleidad.
Hazme honorable esclavo de tus caprichos,
custodio de tus repujados pabellones,
tenme a tu merced —te lo ruego—.
Seré tu mejor bufón, tu más dócil eunuco,
servil chambelán de tu magníficos dominios,
devoto de tu justa tiranía, de tu imperio inmortal.
Resérvame un lugar bajo tu palio
para poder parar el tiempo
cuando se abran las puertas del palacio
y tu séquito haya dispuesto ante tus súbditos
el inmenso y florido palanquín
sobre el que alzarte, saludando displicente,
al son de las trompetas, por el camino fastuoso
hacia tu estrepitoso olvido triunfal.

BROTE #5

Distante la penumbra resiste como sabio reclamo del deseo.

lunes, 23 de julio de 2018

MANIFIESTO DE LA POESÍA MOLESTA

Busco la manera de causarte el menor daño. Sólo mortificarte la belleza un rato. Causarte asco, hedor, disgusto por la palabra. Busco la manera de ser impertinente, procaz, perverso. Que te suponga molestia leerme, que perturbe toda paz y que seas cómplice por ello. Que te enfades conmigo. Escandalizarte, avergonzarte. Sin ser soez, ni vulgar. Baste una cortés irreverencia, sutilmente atroz. Busco formas de inquietante sigilo, una sensación de vigilancia. De rechazo. Que pierdas el control. Que grites. Que por una vez te hierva la sangre. No es nada personal.

AGUA FRÍA

Némesis de indulgentes, suplicio de pusilánimes, delatora implacable de lloricas, tormento de débiles, horrenda crueldad de la mañana, tercermundismo para prepotentes y conformistas, imperdonable insolencia del azar, hedor de higienes presurosas, incompletas, agrio insulto al progreso, a la dignidad, al confort, incívica, atentado contra la integridad física y mental, improvisación inmediata de excusas para impuntuales, digestión en peligro, delito contra la salud privada, guerra psicológica contra el bienestar. Agua fría, contrarrevolucianaria de mierda.

OFTALMOLOGÍA


Tú eres mis ojos
Antonio Carmona.

—De izquierda a derecha
dígame qué letras puede leer...

—Sólo ugarítico. Mis letras son heridas en la arcilla—
dijiste.

—Como pájaros sedientos— pensé.

SINCERA ELOCUENCIA


Si es que por no decir lo que es que, a ver, o sea...
Yo no es por tal, ¿no? Sólo que... pero claro, si es que no es eso, lo que entonces... yo hay una cosa que no entiendo, porque, para nada es lo que piensas, pero, sin embargo...

CÍCLOPE

Te gustó el cíclope.

Dirigiste tus ojos
hacia su ojo único
al besarle.

Con sus labios solos.

Ojo por diente.

SHUFFLE


Voyage, voyage!

Yo había imaginado naves espaciales,
civilizaciones que impondrían el francés a la galaxia,
cruceros hasta Venus, y a Elton John, su canción;
espero que no les importe que el mundo sea tan maravilloso
para que al otro lado del río, la luz,
serio, sigamos remando. Rema. Rema.
Un vaso vacío... casi un suspiro.

Pero a la reina le sangran los obreros,
por eso os apedrearán, como salvajes.
Os desmembrarán con ayuda de colegas,
cuando el silencio brota, amigo Joe, del cuello
de la botella a la cual tu voz, gallo, de hombre-alma
sucumbió.
Que una loca San Basilio te diga, saltándose el tráfico,
que te quiere mucho,
ese lío que parece más que un día,
fumando un cigarrilo a medias (la antítesis del braguetazo),
desobediencia civil, impune, diciendo a los problemas adiós,
cuando hacer de un lunes otro sábado descalabra todo calendario.

¡Ajá!, o sea, noruegos y, contra todo pronóstico,
salen de un cómic, revelando que la verdad es algo fantástico,
—Thor, no. Aleja de mí ese Mjöllnir—
que merece la pena ser recordado,
jugando a las palabras que dijeron lo que había que hacer;
pero es que Raphael era aquel.

Aquel que cada noche te perseguía...
Aquel, dueño de tu amor...
Aquel que estaba ahí para quererte, para adorarte,
para decirte que como él nadie te amó, Penélope;
que el Hombre de Azúcar lamenta estar sin ti, mujer; con su sombrero y su barba, destilando una delicada tristeza sotto voce por la joven
de la Isla Bonita que contonea su nostalgia
al ritmo contagioso de los cocoteros lánguidos,
en esos lugares que no son para nadie paraíso.

Sólo la luna alberga licántropos en Montmartre
donde es imprescindible toda compañía.

Caníbales que se hurguen en la carne de la noche.
El lobo está en París; sobre la piel.
La luna llena, a tres metros de un banco,
de unas medias. Clémentine,
absorta.

En cualquier lugar, tu clima. La casa concurrida.
El desierto provocando víboras, insectos que molestan.
No obstante, nada de ninguna nube se te parece.
Nada de estar barruntando borrascas a estas horas...

Hay a quien traiciona la razón y a quien el corazón domina.
Por eso muere de amor. Alma erguida.
Subida.

Mendiga besos, amistad.

Melancolía: bucle y noria

Bámbola:

Muñeca rota de cuyo amor se ríe
el amor. ¡Bravo!

Ni las mil campanas que resuenan en su corazón
serán capaces de pedir perdón
a medio verano, cuando las mareas
no salvaron a la reina de la Antártida,
a no ser que derrita con sus lápidas
la memoria de los que lo intentaron.

Las banderas ya no soportarán
el peso del frío de la indiferencia.

Capitán Scott, ¿por qué esa mirada de tigre?
A pesar de todo, es usted superviviente.

Aquí, en Kansas, donde todo polvo es viento,
cuerpos a tierra si se sueña
cada lunes con California.

Si el hijo del predicador garantiza
la dulzura del hogar,
Alabama.

Ñ

España es un país anclado en la deriva. España es un sumidero atascado cuyo olor a mierda se ha instalado de tal modo en el olfato de su sociedad, que cualquier olor diferente resultaría tóxico. España no es un Estado. Es un estadio: el Estadio Español. Un gol se celebra con mayor jolgorio que un penalti. España es desobediente, se pone chula Pirineos adentro, pero luego se muestra dócil, sumisa, complaciente, servil, súbdita. España es el mayordomo de Europa, no su ama de llaves. España no es diferente, es desigual. España, con sus dos cojones, no tiene cojones suficientes para tener lo que hay que tener y defender sus ovarios portentosos. España es estéril, infecunda, unilateral. Ni es una, ni es grande, ni es libre. España es la reserva espiritual de la insolencia, de la incomodidad. España es un país en vías de subdesarrollo. España es una gran viga en el ojo del culo, que se hace pajas a escondidas, todavía, incluso bajo sotana. En España un cura no es una cura. España tiene toda su maravilla por nacer, porque por España no pasó el Renacimiento; pasó del Medievo a la Democracia feudal, transitando por un Siglo de Oro que denunció falsos fulgores, destellos efímeros de una estirpe que se volvió calaña. Por eso a la Inquisición aún se la jalea, por Santa. En España lo Real es irreal. En España existe aún la culpa, la nuestra, la irredenta. En España la Luna es de Valencia, del Sol es una puerta, los cerros son de Úbeda, el AVE no es María: es un tren que no llega a Babia, ni a Granada. En España, los ríos, queridos Manriques —Jorge y César—, van a dar a la mar. A esa mar donde los pelillos se encuentran y se perdonan. España es todo eso que molesta a Portugal. Todo eso que le pone a Francia. Lo que hizo llorar a Boabdil.

Qué viva, España.

PLEASE, MAKE UP THE ROOM

Los Johnson llegan al hotel. Jacinto les atiende amablemente en recepción. Les explica las condiciones en un perfecto inglés: que el desayuno es de 7 a 9, que en la habitación no se puede fumar, que saltar desde el balcón a la piscina no está bien y que su seguro no les cubre partirse la crisma contra el pavimento. Que el hotel no se hace responsable.

Mr Johnson, cómo no, protesta. Jacinto sabe que los ingleses protestan por todo. Que sólo saben pedir y quejarse. Les recalca que el minibar es de pago. Y que cualquier deterioro que se produzca en las instalaciones corren de su cuenta. Mrs Johnson protesta. Protesta porque considera que Jacinto les está prejuzgando —Where is your manager?—. Jacinto les explica que es su obligación explicarle lo que se puede y no se puede hacer. Kevin y Diana, los niños de los Johnson, juguetean con los bolígrafos del mostrador. Jacinto, amablemente, en perfecto inglés, les pide que se comporten porque no es la primera vez que desaparecen los bolígrafos de recepción, y que es, a pesar de su nimiedad, una herramienta imprescindible de su trabajo. Mr Johnson le pide el nombre a Jacinto, porque le va a poner una reclamación —This is disgusting!!!—. El mánayer, Ramón, sale de su oficina y pide disculpas a los Johnson por el malentendido. Que son normas del hotel explicar las condiciones a los huéspedes para que no haya malentendidos. Mr Johnson se calma. Mrs Johnson, airada, no.

Los Johnson entran en la habitación. Les parece pequeña. Para cuatro, les parece pequeña. Mr Jonhson baja a recepción a reclamar que la habitación parecía más grande en el anuncio del portal de internet donde contrataron y que la realidad supera la ficción. Jacinto llama a Ramón, el mánayer, y éste les explica que las habitaciones son todas iguales. Que le pidan explicaciones al touroperador.

Esa noche, el touroperador ofrece a sus clientes un cocktail de bienvenida. Los Johnson se apuntan. Mr Johnson se emborracha y la arma. Todo queda en un pequeño y desgradable altercado. Todo vuelve a la normalidad. Los Johnson regresan a la habitación y Mr Johnson, por la borrachera, vomita entre las sábanas. Mrs Johnson, a las 3 de la mañana, llama a recepción para que manden a alguien que les cambie las sábanas y protesta por el hecho de no tener en la habitación un juego de sábanas de repuesto para este tipo de eventualidades.

Maricarmen llega a la habitación. Mr Johnson está en calzoncillos, vomitado y borracho. Maricarmen les cambia las sábanas y limpia la cama. Mrs Johnson fuma un cigarrillo en la terraza. Kevin y Diana están con ella, tomando Cocacola mientras Maricarmen les cambia las sábanas y Mr Johnson, vomitado, con los brazos en jarra, examina lo que hace Maricarmen. Se sienta en una butaca, en calzoncillos, vomitado, esperando a que Maricarmen termine de cambiarle las sábanas. Cuando Maricarmen les ha cambiado las sábanas se va de la habitación, con las sábanas vomitadas de Mr Johnson, con sus manos temblorosas y deformes por el efecto de los productos ácidos y tóxicos a los que han sido expuestos durante tantos años.

Maricarmen tiene dos hijos, es viuda. Su marido murió de un infarto en Casablanca hace 6 años, cuando se fueron por primera vez de vacaciones.

Mr Johnson se vuelve a acostar y Mrs Johnson arroja el cigarrillo al suelo del balcón (recordemos que en las habitaciones no se fuma y, por tanto, no hay cenicero). Los niños se acuestan también. Apagan la luz. Se duermen.

Maricarmen empuja pensoamente el carro por el pasillo enmoquetado de la planta 7 del hotel hacia el cuarto donde se almacenan todos los elementos de limpieza. Está haciendo horas extras que nadie le paga porque el vuelo que trajo a los Johnson vino retrasado y no había nadie que cubriera su puesto.

A las 5 de la mañana Jacinto acaba su turno. Se pone la chaqueta, atraviesa el hall del hotel, se despide de sus compañeros y se dirige al aparcamiento para coger su coche. Allí se encuentra a Maricarmen, fumando, con el uniforme. Jacinto y Maricarmen tienen un affair desde hace unos meses. Sus respectivos hijos no lo saben. Pero Jacinto sabe que Maricarmen está harta. La abraza, la besa. Maricarmen llora. Los dedos de Maricarmen son como esos cigarrillos finos y largos, quemados, como los que fuma Mrs Johnson, las uñas carcomidas por los detergentes. —Ya lo sé, cariño— le dice tiernamente Jacinto a Maricarmen mientras la abraza estrechamente. Maricarmen mira a Jacinto, con los ojos llorosos: —No, no lo sabes— le dice. Jacinto, abatido, entra en el coche, cierra la puerta, arranca y se va.

Maricarmen vuelve al hotel, se cambia de ropa, pero antes de irse, sube a la planta 7 y defeca frente a la puerta de la habitación donde se alojan los Johnson.

Maricarmen, a sus 67 años, se jubila mañana.

HAIKU


Serán los mirlos
los únicos que sepan
estremecernos.

MEAR


A menudo meo sentado.
Temo salirme por fuera.
Por la tangente del abismo.
Fuera del tiesto.

Otras veces
meo de pie,
por dentro. Minuciosamente
por los lados, para no hacer ruido.

Siento alivio en esos urinarios
colocados uno junto al otro.
Donde todos los que meamos
poderosos o no, somos unos completos

desconocidos.

Las ganas de mear
siempre entran con uno
al buscar las llaves de casa.
Así el regreso; así el hambre.

Un agitarse frenético.
Un pulsar absurdo de cisterna
por si el agua inspira.
El aguijón de la gana.

El goteo frustrante.
El intervalo. La pared de losetas
frías. El olor a cloro. A pescadería.
El inexplicable charco.

La tortura del halógeno
con temporizador.
"Lo estoy haciendo bien" —piensas;
y la oscuridad. Luego el lamparón delator;

la aspersión en la pernera.
La gotita incómoda
que humedece el calzoncillo.
El disimulo. Nadie va a creerte.

No lo niegues.

Mear no es un arte discreto.

PLENILUNIO


Regirse por los recovecos
de la marea que deja en sus dedos
la sal. La enérgica consagración
de la sangre, de los astros
que palpitan en la noche;
lamedora de orillas,
cicatriz de arenas.

La voluptuosa y disimulada caída
de una mano hacia un tenue caderamen:
el umbral del gozo clandestino,
a ojos de miradas fugaces,
al encuentro fatal del discreto posarse
en la rama endeble del árbol que sustenta
toda noción de carne;
palpar rugoso:
runa indescifrable.

Lo misterio sana. Cura. Preña.

Todo lo secreto.

TREBELENGÜES


Que se seque
ese esqueje que dejé
de ser.

¿De qué se es sede,
eje? ¿Eh?

¡Hereje! ¡Jeque!

¡Quéjese de sed
desde que se quede!

WARNING


Ajeno el paso de toda persona a la obra prohibida.

ITALIA POLONIA PERÚ CAMERÚN (MEMORIAS '82 y '83)


ITALIA POLONIA PERÚ CAMERÚN
(MEMORIAS '82 y '83)

El álbum del Mundial 82.
El de "E.T.". El de "El Retorno del Jedi".

El álbum del Mundial 82.
El de Naranjito. El de la secuencia
aleatoria de países, de retratos
de gente cansada, el pegamento.

Yo de Rossi, mi hermano de Armstrong
—Irlanda del Norte—; desde entonces
le gusta el verde.

Luego el Subbuteo:
aquel dolor de uñas. Peanas.
Futbolín para expertos en boliches.
Montar el campo:
la tela verde sobre el suelo:
ritual, para mí, de toda derrota
La pelota grande.

Como en el Subbuteo no estaba
Armstrong,
adoptó a Rumenigge, el Garfunkel
de Alemania Federal.

Yo siempre era "los malos".
Darth Vader, el lado oscuro.

Mi mal perder.

¿Quién se acuerda de N'Kono, portero de Camerún?
Aquel hombre negro, alto,
vestido de la "Fuga de Logan", como Arconada.

Impresionaba aquella estampa.
Camerún. Era un país.

A Arconada, guardameta con aspecto de funcionario,
le rompieron la tibia y el peroné
que Alaska y los Pegamoides movían
cuando cantaban "Bailando".

Entendí su dolor cuando me explicaron
en Naturales lo que eran la tibia
y el peroné. En el colegio.

Arconada, el Manolete del fútbol español.

España-Malta. Aquel gran fraude.
Malta no podía ser tan mala. 12 goles a 1.

Mi padre me estaba pelando cuando a Remedios Amaya
le pusieron un cero por preguntar,
en pleno Festival de Eurovisión,
"Quién maneja mi barca", (Múnich, RFA)
Descalza. TRUAPUÁ. Risas.

Felipe González. Aquel pasillo. El cuarto grande.
Los soldaditos de TIMPO, los calzoncillos de guasona.
La cama de Venezuela,
como el libro gordo de nuestra prima,
también de Venezuela.
El club de las piscinas, a bañarnos.
El escalope. La correosa tarta de chocolate.

Calle María Cristina. Calle Ramón Trujillo Torres.

"300 millones". "Informe Semanal". "Sesión de Noche". "Anillos de Oro". "Verano azul".
Moría Chanquete, mientras Willy Fog empezaba su viaje;

Mayra Gómez Kemp, que es cubana.
El 1,2,3: La Ruperta, Botilde —tuvimos el juego de mesa—, El Chollo. Han perdido ¡este coche! —Un Renault cuatropuertas— ¡este apartamento en Torrevieja!"—;
"Hasta aquí puedo leer"; Bigote Arrocet, Raúl Sénder, Charito Muchamarcha, Antonio Ozores —¡No hija, no!—,
Eso era sagrado.

Antes del 1,2,3 fue "Lápiz y Papel".

El inquietante comienzo de "La Clave",
Balbín, el señor aquél. Con todos aquéllos,
hablando de aquellas cosas.

El sabor de la mantequilla en las tostadas mientras daban "Retorno a Edén", por la tarde.
Stephanie Harper, desfigurada por un cocodrilo;
el doctor —su marido en la serie—, al cual decían que se parecía mi padre; y a Kenny Rogers.

El vídeo FISCHER en el que grabé "Mascarada" —con Rod Taylor—,
el capítulo de Raúl Salazar, de Katia Rakova, búlgara ella, espía,
que la detenían en el aeropuerto de Lisboa.
Para los americanos, Portugal, era todavía
una cosa exótica sobre la que proyectar
postdictaduras.

"Falcon Crest". "Dinastía". "Canción triste de Hill Street" —"tengan cuidado ahí fuera"—. Eran esas nuestras tardes.

Yo le escondía los Coronas a mi abuelo.

En la joyería, los Fritolay, la natilla de chocolate y los Oppal-Fruits. Sirka enseñándome el nudo gordiano en el buró.

La visita ocasional a la Casa Portuguesa
en busca de Chewbacca,
el juego de "Firefox" en las maquinitas del vicio
de la esquina, a donde nos escabullíamos.
El gran estreno de "Thriller" en Maya. El Spectrum 48K. Cuando Horacio se iba a esquiar.

"¡Las Pícaras!" (desde el pasillo) —yo que no me sabía callar desde que empecé a hablar—, el escándalo.

La segunda cadena. Aquellos dos rombos que pesaban como dos losas en la curiosidad.

El Volkswagen escarabajo azul TF-9305-C —porque me dio miedo el Ford Mustang—. El amarillo, TF-3709-A —antes el NSU—.

Mi madre fumaba Kent y leía "El perfume" de Süskind en el sofá. Me encantaba el olor cuando encendía cigarrillos, entonces ella tenía 35 años.

Mi padre grababa flamenco en cintas Sony.
Dibujaba casas a rotring en su tablero, bajo flexo.
Aquella precisión. El eterno misterio de sus cosas.
La famosa grapadora.

Las sábanas de Barrio Sésamo. La crujiente litera.

¡A la cama los dos!