Todo este tiempo les he estado escribiendo en calzoncillos. Sin que
ustedes se den cuenta. No me visto de domingo para escribir. A veces
desnudo, con la polla fáccida sobre la tela de la silla, como un
apéndice más; como escribir con una verruga, un herpes, o un bostezo.
Como escribir triste un poema alegre. Nunca escribo dormido, sin
embargo. Me resulta imposible escribir soñando. No puedo hacer dos cosas
al mismo tiempo. Borracho, sí. Borracho sí que les escribo. Sobrio también,
que conste. Les escribo fumando. Tengo la habilidad de escribir con un
solo dedo. Practico una mecanografía manca, de mutilado por los vicios.
Llega uno a hacerse experto, créanme. Les escribo cansado. Sin ganas de
escribir, pero yo les escribo. Cosas. Dramas de poetas que sólo se fijan
en la forma de los charcos después de llover, salvado de la lluvia. No
se puede escribir bajo la lluvia, la tinta se corre, el papel se
reblandece. Nunca llevo bolígrafo, ni bloc de notas. Les escribo cuando
llego. Cuando he dejado las llaves no sé dónde. Cuando me quito el
disfraz. Después de todo. En diferido, como un gol repetido desde muchos
ángulos de cámara. Les escribo cuando no debiera. Cuando tendría que
estar en la cama, durmiendo. Pero, insisto, no se puede escribir
soñando. En el supermercado, no les escribo. No les escribo en el
trabajo. Les escribo en calzoncillos. Cuando hace frío, en pijama. No
resulto nada sexy escribiendo, no escribo con voz en off. Eso es
mentira. Se escribe como un polvo a salto de mata. Cuando no me ve
nadie. Por la noche. De madrugada. Mientras vigilo las tostadas. Les
escribo mirándome al espejo. Sacándome los zapatos. Canturreando por la
casa, les escribo. Cosas. Les escribo. A lo mejor no pienso en ustedes
cuando escribo. Es probable que no piense en nadie cuando escribo. No sé
por qué escribo. Pero escribo. En calzoncillos. Con las piernas
cruzadas. Con olor a pies, les escribo. Con mi mal aliento. Serio. No
sonrío cuando escribo. No hay amabilidad, ni cortesía. No hay
complacencia. Sólo escribo. Y miro lo que escribo. Leo lo que escribo.
Me recreo. Como si me lo escribiera otro. Me encantaría saber que me
leen en calzoncillos. En bragas. Sin calzoncillos, sin bragas. Sólo
porque les escribo. No por otra cosa. Cosas, les escribo. Yo sólo
escribo. De verdad, no por otra cosa, sino sólo porque no sé hacer bien
otra cosa. Bueno, sí. Sé hacer arroz blanco. Pero mientras hago arroz
blanco, no les escribo. Como cuando busco las llaves frenéticamente por
toda la casa. Como cuando cojo el ascensor. Escribir en un ascensor es
de enfermos, es imposible, no da tiempo. Nadie escribe así. Yo, por lo
menos, les escribo en calzoncillos. Y lo digo. Y lo escribo. Me gusta
escribirles. Me da igual si me leen, de verdad. No se sientan obligados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario