sábado, 8 de octubre de 2016

CONSPIRACIÓN

Sentía al piano conspirar con la música. Conjuraba en sus dedos la sospecha, eficaz. Tocaba como un espía. Sabía tocar aquellas precisas teclas, preciosas. Cifraba el silencio. Como quien juega al ajedrez, desplegaba su estrategia antes de mover una sola de las piezas, dispuestas en fila, igual que una dentadura. Apretaba los ojos. Hacía silencio. Ante el piano, entregaba al teclado sus manos educadas para otra forma de mecanografía. Sentía al piano conspirar con la música.

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