lunes, 23 de julio de 2018

L'AMOUR

El amor no es una máquina expendedora de chucherías emocionales. El amor es un manjar que se cocina lento, para deleite de sus comensales. El amor no se consume; se consuma. Entonces desaparece toda compulsión. El amor veloz puede ser tan intenso como el fugaz. Veloz no es lo mismo que fugaz. El amor siempre es fugaz. Hasta el que va desapacio. Tiene duración, por eso es fugaz. El amor es fácil cuando se puede apreciar desde lejos, al verlo crecer poco a poco mientras se acerca. Lo otro parece una carrera, una competición; un amor salido del gimnasio, hipertrofiado, extenuado. El amor veloz llega ya cansado. Es como una inyección: penetra, irrumpe. El amor es una lluvia fina que se cuela por las grietas, permeando, destilándose, manchándose en su curso. Ese amor impoluto, a la última, perfumado, cosmético, producido en serie, con garantías, servicio de atención al cliente, con programa de puntos y ofertas que no podremos rechazar no es verdaderamente amor: es un negocio perverso. El amor es tan simple que ni parece que está. El que no hace ruido, el que nadie diría que; el discreto y sencillo amor que sucede cuando no se busca, del que nadie habla. El amor no nace para. Nace desde, se mueve hacia. Es una consecuencia, no un medio ni un fin; no es un trofeo. No es esclavo. El amor es totalmente inofensivo. No mata. No hay que buscarle antídoto. Lo que mata es el poderoso tóxico que hay en la mordedura de la soledad. La dosis es la clave. El amor no es una píldora para no sentirnos solos. Es una experiencia única por la cual los individuos se abren al enorme gozo de compartirse mutua e íntimamente solos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario