lunes, 2 de enero de 2017

SEÑORÍA (APOLOGÍA PARA UN ÁLVARO)

Con la venia, señoría, con la hinchada venia de otorgarte el silencio, deseo que me escuches sonar a pecho, al fondo viniendo del claustro con caracoles en los huesos, silbando como una tetera —alarma de amanecer. Esto que oyes es la costa, esto la prisa, esto, no sé. En mi defensa no pastan los caballos, no tengo derecho a declararte sola en la llanura, ni vientre, ni tormenta. Ni indicios de naranjos en tu nombre que deshagan la siega, el trigo vuelva a emerger de tu lado, como las olas al mío. Que en tu descargo te otorguen las sirenas mi silencio.

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