Al asesino en serie le ocurrió un contratiempo. Yendo a la ferretería a
por más cinta aislante, tropezó con un escalón, totalmente inesperado, y
dio con su cuerpo en el asfalto. El camión de la basura, vaciado ya el
contenedor donde el asesino en serie depositó los restos más recientes
de su víctima, tuvo un pinchazo. Colapsó todo el tráfico de la estrecha
calle del barrio. Mientras tanto, el asesino se retorcía de dolor en el
suelo; tal vez una rotura de ligamentos, o un esguince.
Una señora llamó a la ambulancia; una señora que no sabía que esa noche
no cenaría de no haber sido porque el camión de la basura tuvo un
pinchazo y su asesino en serie tropezó en la acera. La ambulancia no
pudo recoger al asesino en serie porque el camión de la basura bloqueaba
la calle antes de que la policía, que lo venía acechando desde hacía
meses lo encontrara, retorcido de dolor. No tuvo salvación.
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