viernes, 30 de noviembre de 2018

PORNO


El atletismo sexual.
El poder de creer que cuanto más
mejor; robotización del deseo.
Cadena de montaje del instinto.
Insistencia en lo brutal de la carne.
Hipertrofia de la pasión.

Objetos que se deshacen del amor.
Publicidad de cuerpos
desalojándose de toda ternura,
frenética sobredosis,
patética demostración hercúlea
de la tosca ansiedad por derramarse.

Patético recreo de malfollados.
Consuelo de solterías.
Recurso fácil para la privada culpa.
Orgasmos en serie de segunda.
Amarga sensación de pubertades
no resueltas. Conformismo de tímidos.

Connivencia con la sordidez. Impunidad
de humillación mutua.
Nada diferente a asistir al descuartizamiento
de un disidente saudí, o al corrosivo erotismo
del poder de la tortura.
A la violenta moral de lo inmediato.

Al fervor por un pedazo de madera
que mueve montañas, colapsa autopistas,
acorrala a mujeres, a infancias. Tren que descarrila
virginidades, como quien cocina
un plato de pasta después de conjurar
contra los ángeles custodios todas las caídas.

Lo que entra por los ojos sin pasar por la conciencia.
Homeopatía del placer de amarse.
Desmantelamiento de toda sutileza,
de todo temblor, desahucio del gusto.
Redada en el barrio marginal
de la hermosa libertad de lo espontáneo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario