viernes, 30 de noviembre de 2018

DESCRIPCIÓN DE UN SUCESO ACAECIDO

En la habitación podemos observar un sillón de orejas algo desgastado por los años, una lámpara de pie en hierro colado y tulipa estilo art-deco, sobre una mesilla baja lo que parecen ser notas tomadas de manera apresurada, a decir del análisis caligráfico superficial, el análisis grafológico, no obstante, revela que esas notas fueron tomadas bajo los efectos de algún cuadro de ansiedad por parte de quien las escribió, y cuyo contenido se halla bajo secreto policial. Junto a la ventana, una estantería con libros dispuestos sin orden, en cuyas baldas también encontramos pequeños objetos decorativos como piedrecillas de la playa, una concha vacía, un dado rojo, una pluma de ave, un cochecito de metal de juguete, marca Peugeot, fotografías de trompetistas, actrices, entradas de conciertos, una cajita pequeña de marfil, un catalejo dorado. En el suelo, junto a la mesa y sobre la alfombra persa (ignoramos si auténtica o no), en decúbito supino, con vida y plenamente consciente, se observa al hombre solo, vestido con una camisa gris, pantalones de pijama a cuadros rojos y verdes, riendo a carcajadas profundas y largas. No se aprecian señales de violencia, ni daño aparente en las partes que el individuo muestra en la posición en que se encuentra. Tampoco se sugiere la concurrencia de episodio traumático alguno, a decir del aspecto apacible que ofrece el hombre solo, y por ello pensar que el estado de permanente hilaridad pudiera deberse a algún shock. No es lo que se aprecia, la verdad. Como tampoco se sustentaría el hecho de estar ante un cuadro de delirio o intoxicación por el consumo excesivo de sustancias narcótica o estupefaciente, o bebida alcohólica alguna: no hay ceniceros, ni cucharillas, ni vasos, ni copas, ni botellas de ningún tipo de bebida, excepto una de agua que sirve de florero, que pueda apoyar esa hipótesis. Por tanto, lo que podemos observar en la escena descrita es simplemente un hombre con un inofensivo síndrome transitorio de felicidad, lo que no requiere por parte de nosotros ningún tipo de preocupación, y por no resultar una amenaza para la integridad de las personas ni para sí misma, aquí concluye la investigación.
 

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Javier Mérida

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