miércoles, 4 de mayo de 2016

EL PALACIO DE MÁRMOL

Meditabundo, deambulaba por el patio que a lo largo de la tarde se había llenado de un indescriptible aroma a flores-pájaro. Recordó entonces que de niño, en el estanque del palacio de mármol, descubrió a una concubina bañándose en silencio; su pelo negro mojado sobre la espalda de nácar se convirtió de repente en una inmensa flor flotante de color oscuro al sumergirse en el agua tranquila. Pasó un pájaro, y el patio se llenó de pequeñas gotas de un rocío ligero, como si de repente el cielo se hubiera querido posar, leve, sobre las ramas de los cerezos.

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