No hay erotismo en la política. Sí que hay erótica del poder, que es
como un wanabismo interminable que sume al lumpen-paletariado en la
mediocridad más abominable.
No hay
erotismo en la política. Si uno fuera a las urnas con la sensación de
estar votando por el o la próxima porn-star del momento, probablemente
habría otra lubricidad social, pues los políticos serían ídolos de
fantasía y proporcionarían una vida interior y un gozo privados que no
tendría comparación con la flaccidez mundana y fría de estos
empajillados corredetrases y fermentacueros...
28 de junio 2012
28 de junio 2012
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