lunes, 1 de agosto de 2016

CHACHISMOS, 1

Anoche sobre las 2 de la mañana, bajándome del coche de una compañera de trabajo que me acercó hasta casa, en otro coche que estaba al lado, con 4 personas dentro, el conductor me pregunta: "Perdona, ¿sabes dónde venden "furruñá"? Es que lo necesito". Entendí y percibí que se estaban vacilando de mí y, en mi desconcierto, pues pensé (en mi proverbial benevolencia) que me estaba preguntado algo "serio", le respondí: "No, no sé." Y percibiendo también cierto peligro, pues hay imbéciles que para divertirse se dedican a burlarse de los demás provocando una situación de tensa violencia, me di media vuelta y crucé lo más rápido que pude. Mientras abría la cancel, escuché cómo me pitaban al ponerse el semáforo en verde, y algo me espetaron en su lengua cromagnon que no entendí. ¿Qué hubiera ocurrido si, estando más rápido yo, le hubiera contestado con cierto gracejo que el lugar donde vendían esa su tan ansiada "furruñá" estaba en el mismo lugar donde venden cerebros? No lo sé. De verdad que me hubiera encantado que se hubiesen vacilado de alguien mucho más kinki que yo. No sé qué poder destructor activan unas gafas, una chaqueta a ciertas horas de la noche para que un velillo se metiera sin motivo conmigo. Ojalá hubiera sido otro, repito, más kinki que él al que le hubiera preguntado semejante gilipollez, por hacer la gracia, y que ese kinki le hubiera sacado del coche y lo hubiera corrido a hostias, por graciosillo, a él y a los otros tres. Luego dirían que fueron agredidos sin motivo en su declaración a la policía y, probablemente ese kinki hipotético hubiera pillado calabozo 72 horas por agresión.

Es odiosa costumbre del canarito medio, el chicharrerito guay, el santacrucerito chachi, gustar de estas cosas, de hacerse las gracias a costa de gente que no conoce y que no sabe como reaccionará, o tal vez porque sabe que ese alguien que no va de nada simplemente pasa, agacha la cabeza y piensa "otro velillo", porque la prudencia es su arma.

Lo bueno, es que algún día (porque no tiendo a olvidarme de las caras, y menos de las de los velillos que a veces se meten conmigo por el sólo hecho de llevar gafas y chaqueta, de "parecer" un "pringao") ese mismo velillo, ese chicharrerito (¿hola?) puede que se encuentre en una situación en la que a lo mejor yo tengo que solucionarle una papeleta, pero esta vez de verdad. Lo único que me gustaría poder decirle es: "AHORA, JÓDETE". Entonces, seguramente se acordará de mí y de mi familia como yo de él y de la suya anoche.
Por desgracia, la justicia divina no existe.

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