Anoche sobre las 2 de la mañana, bajándome del coche de una compañera
de trabajo que me acercó hasta casa, en otro coche que estaba al lado,
con 4 personas dentro, el conductor me pregunta: "Perdona, ¿sabes dónde
venden "furruñá"? Es que lo necesito". Entendí y percibí que se estaban
vacilando de mí y, en mi desconcierto, pues pensé (en mi proverbial
benevolencia) que me estaba preguntado algo "serio", le respondí: "No,
no sé." Y percibiendo también cierto peligro, pues hay imbéciles
que para divertirse se dedican a burlarse de los demás provocando una
situación de tensa violencia, me di media vuelta y crucé lo más rápido
que pude. Mientras abría la cancel, escuché cómo me pitaban al ponerse
el semáforo en verde, y algo me espetaron en su lengua cromagnon que no
entendí. ¿Qué hubiera ocurrido si, estando más rápido yo, le hubiera
contestado con cierto gracejo que el lugar donde vendían esa su tan
ansiada "furruñá" estaba en el mismo lugar donde venden cerebros? No lo
sé. De verdad que me hubiera encantado que se hubiesen vacilado de
alguien mucho más kinki que yo. No sé qué poder destructor activan unas
gafas, una chaqueta a ciertas horas de la noche para que un velillo se
metiera sin motivo conmigo. Ojalá hubiera sido otro, repito, más kinki
que él al que le hubiera preguntado semejante gilipollez, por hacer la
gracia, y que ese kinki le hubiera sacado del coche y lo hubiera corrido
a hostias, por graciosillo, a él y a los otros tres. Luego dirían que
fueron agredidos sin motivo en su declaración a la policía y,
probablemente ese kinki hipotético hubiera pillado calabozo 72 horas por
agresión.
Es odiosa costumbre del canarito medio, el chicharrerito guay, el santacrucerito chachi, gustar de estas cosas, de hacerse las gracias a costa de gente que no conoce y que no sabe como reaccionará, o tal vez porque sabe que ese alguien que no va de nada simplemente pasa, agacha la cabeza y piensa "otro velillo", porque la prudencia es su arma.
Lo bueno, es que algún día (porque no tiendo a olvidarme de las caras, y menos de las de los velillos que a veces se meten conmigo por el sólo hecho de llevar gafas y chaqueta, de "parecer" un "pringao") ese mismo velillo, ese chicharrerito (¿hola?) puede que se encuentre en una situación en la que a lo mejor yo tengo que solucionarle una papeleta, pero esta vez de verdad. Lo único que me gustaría poder decirle es: "AHORA, JÓDETE". Entonces, seguramente se acordará de mí y de mi familia como yo de él y de la suya anoche.
Por desgracia, la justicia divina no existe.
Es odiosa costumbre del canarito medio, el chicharrerito guay, el santacrucerito chachi, gustar de estas cosas, de hacerse las gracias a costa de gente que no conoce y que no sabe como reaccionará, o tal vez porque sabe que ese alguien que no va de nada simplemente pasa, agacha la cabeza y piensa "otro velillo", porque la prudencia es su arma.
Lo bueno, es que algún día (porque no tiendo a olvidarme de las caras, y menos de las de los velillos que a veces se meten conmigo por el sólo hecho de llevar gafas y chaqueta, de "parecer" un "pringao") ese mismo velillo, ese chicharrerito (¿hola?) puede que se encuentre en una situación en la que a lo mejor yo tengo que solucionarle una papeleta, pero esta vez de verdad. Lo único que me gustaría poder decirle es: "AHORA, JÓDETE". Entonces, seguramente se acordará de mí y de mi familia como yo de él y de la suya anoche.
Por desgracia, la justicia divina no existe.
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