Trepa hasta mi ahogo,
donde la marea deje huérfanos
flotando en mis mejillas;
hijos indefensos,
sal al madrugar sobre la sábana.
Quede entre tus piernas
mi salmuera; el anhelo presuroso
que enrojece mis muslos;
tuya la cabalgadura exhausta,
cera derramándose vela
de vaciarse de sol la madrugada,
córneas que arden aún
en el centro del gemido,
fuego que se apaga a tientas,
mientras nos lo perdonamos todo.
Hay un lugar entre nosotros sin mapa:
un dormitorio agreste. Fieras
que acechan bajo las sábanas;
surgiendo entre gotas de sudor,
una fraternidad de hienas.
Desayunarnos de frutas indecentes;
recrearnos en las curvas de las peras,
en el jugo de los mangos;
besarnos pegajosos de rabia enternecida.
Ahora duermes. Hueles a este día.
donde la marea deje huérfanos
flotando en mis mejillas;
hijos indefensos,
sal al madrugar sobre la sábana.
Quede entre tus piernas
mi salmuera; el anhelo presuroso
que enrojece mis muslos;
tuya la cabalgadura exhausta,
cera derramándose vela
de vaciarse de sol la madrugada,
córneas que arden aún
en el centro del gemido,
fuego que se apaga a tientas,
mientras nos lo perdonamos todo.
Hay un lugar entre nosotros sin mapa:
un dormitorio agreste. Fieras
que acechan bajo las sábanas;
surgiendo entre gotas de sudor,
una fraternidad de hienas.
Desayunarnos de frutas indecentes;
recrearnos en las curvas de las peras,
en el jugo de los mangos;
besarnos pegajosos de rabia enternecida.
Ahora duermes. Hueles a este día.
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