sábado, 17 de febrero de 2018

CARNAVAL DASWANI

A 2,50€ el perrito en el carro de Doña Paca, Carnaval Daswani, de profesión hambriento, sorteó la multitud a dentelladas, mordiendo a quien se encontraba a su paso.
Tras la barra metálica, alta, pegajosa (lamparones de ketchup mediante y derramamiento de caña en vaso plástico), Doña Paca preguntó: "¿Qué era?"

Carnaval Daswani, inyectados sus ojos en ansia, dijo: "Un perrito, por favor." "¿Con todo?" —respondió preguntando Doña Paca. "Sí, con todo lo que pueda." —respondió, babeando, Carnaval. "¿Cebolla frita?" "¡Sí, sí, cebolla frita!" (Daswani). "¿Para llevar o para comer aquí?" (Doña Paca). "¡Para comer, simplemente!" (Daswani, sangre en sus labios por las dentelladas del abrirse paso). "¿De beber?" (Doña Paca). "Nada" (Carnaval). "¿Te pongo mayonesa?" (Doña Paca). "¡Ponme un puto perrito, coño!" (Daswani, desencajado). "Mira, a mí no me hables así que llevo doce horas trabajando, ¿sabes?" (Doña Paca, volviéndose con sonoro desdén hacia donde colgaban las bolsas blancas de plástico).

Doña Paca, con gesto automático, sus gafas llenas de vapor al abrir la cámara donde estaban las salchichas, junto a la del pan Bimbo para perritos, dispuso la salchicha con las pinzas, cogió el bote de ketchup, lo apretó, pero no salía ketchup. Un "pffff-pfff", pero no salía ketchup. Lo intentó, con un enérgico movimiento de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo, pero no, no salía ketchup. Carnaval Daswani, comenzaba a ponerse nervioso. "Mari, ¿hay ketchup?" (Preguntó Doña Paca a su empleada, Mari, de profesión adolescente obesa, de aire pánfilo). "Espere que busco" (Mari). Se agachó con esfuerzo abriendo y cerrando portezuelas de las cámaras, con turbio frenesí —era consciente, no se sabe por qué, de la tensión— Tardó Mari. Tardó lo suficiente como para encontrarse de repente a Doña Paca, en el suelo metálico del carro siendo atacada por Carnaval Daswani, quien, en impulso horrible, abalanzándose no se sabe cómo, sorteada la barra correosa, sobre Doña Paca, mordía con furia su yugular. Los chingos de sangre caían a intervalos palpitantes sobre la salchicha, entre los dos panes que Doña Paca sostenía en la mano izquierda, en el suelo, repito. Mari, espantada, la pobre, ante tal escena, reaccionando con violenta histeria, clavó varias veces en la espalda de Carnaval Daswani la pinza de coger los perritos, por instinto casi, pues veía cómo Daswani se disponía, cual monstruo hambriento, a abalanzarse también sobre ella, sobre su vientre. Como quien picara hielo, Mari, acordándose de las primeras escenas de Instinto básico (su película favorita), descargó todo su temor sobre la espalda de Carnaval Daswani; la pinza se dobló, pues en su tránsito hacia la buscada muerte del monstruo, debió de encontrarse con la musculatura, bien curtida en gimnasio del hambriento, pero aún así, consiguió matarlo.

Yónatan, yerno de Doña Paca y marido de Mari, encargado de servir las bebidas, vio a su suegra desangrándose bajo el corpulento cadáver de Carnaval Daswani y preguntó, también en shock: "¿Mari, qué pasó, muchacha?" Mari en el suelo, balbuciendo cosas ininteligibles, de repente, comenzó a seguir la música, aturdida y pronunció, cantando, en total desafinado: "Mayonesa" que sonaba a voz en grito por los altavoces del carro de Doña Paca, al cual se aproximaba la policía y los miembros de Protección Civil que, visto el cuadro, nada pudieron hacer por salvar la vida de Doña Paca, muerta ya, sobre el suelo metálico, entre la nevera y las cámaras calientes de los panes de perrito de Bimbo.

A 2,50€ que estaban los perritos.

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