miércoles, 16 de diciembre de 2015

AFLORISMOS IV

Lo prohibido no es ilegal.

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Obsérvame bien. A lo mejor no te pierdes nada.

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A destino no se llega; se regresa.

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Ajo por ajo, diente por diente. Por eso repite.

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¿De dónde trae la cigüeña a los niños nacidos en París?

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En realidad, uno se enamora de la persona que sería si fuera esa otra persona.

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La Historia: sucesión ininterrumpida de escándalos.

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En el Tíbet las cosas se caen al cielo.

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Los niños son las partículas elementales de la Humanidad.

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La hospitalidad es la forma más refinada de ejercer la autocomplacencia.

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Necesito darme una ducha en un lugar seguro.

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El cuerpo es el ataúd de la conciencia. Esqueleto de la sombra. Espejo del tiempo. 

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La fe es como el alcohol, el azúcar, el marisco, el sol, el aire, el amor, un disfraz: hay a quien le sienta bien y hay a quien no.

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Las montañas se mueven: eso no hay quien se lo crea.

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Las casas son las niñeras de la soledad.

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En inglés, las estaciones son hijos del mar.

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 El terror surge cuando la aparente seguridad de la rutina se confronta con lo inevitable que ésta pretende mitigar: lo aleatorio. De ahí nace la violencia y su efecto: de la inconveniencia de su gratuidad. De la infrecuencia. Cuando el terror se generaliza, lo inevitable se convierte en rutina; la conmoción pasa a ser el estado normal de sosiego, y la violencia, el instrumento fundamental para alcanzarlo.

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Los medios de comunicación no son la opinión pública.

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El trabajo no garantiza la independencia económica.

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El tumulto siempre favorece la huida.

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Gobierno y poder son partes del mismo error.

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La igualdad es el uniforme de la diferencia.

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Las bajas pasiones son las que mejor se trabajan.

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Algo cambiará definitivamente en la poesía cuando deje de ser social y se vuelva civil.

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La vida es una enfermedad del tiempo.

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