Me volveré a ir
del mismo modo en que se regresa
al lugar donde se es y la casa sola.
Haré de nómada unos pocos kilómetros,
pero aún así auguro esa ausencia
de calles cerca,
ahora esas mis otras calles de siempre
que han de recordar mis pasos,
la noción del barrio,
edificios.
Me quedará lejos el campo,
o grande; nunca fui aquel rupestre;
ni los paseos, ni bicicletas bajo muchachas.
Me volveré a ir
del mismo lugar en el que fui
sombrero un tiempo, voz, nombre.
Tal vez el aire denso,
el vértigo, la calma.
Ese Javier entrándome
de nuevo hasta las trancas.
El miedo a la primera noche,
solo, en la cama grande.
Otra vez, acostumbrarse
al acento diferente de los grillos,
a aprender inútiles idiomas
sobre la mesa del comedor
donde no está ella,
vigilando que no me acerque
un ápice
a lo más normal,
cuando me enseñó
a barajar,
sin malicia,
las cartas de otro juego.
del mismo modo en que se regresa
al lugar donde se es y la casa sola.
Haré de nómada unos pocos kilómetros,
pero aún así auguro esa ausencia
de calles cerca,
ahora esas mis otras calles de siempre
que han de recordar mis pasos,
la noción del barrio,
edificios.
Me quedará lejos el campo,
o grande; nunca fui aquel rupestre;
ni los paseos, ni bicicletas bajo muchachas.
Me volveré a ir
del mismo lugar en el que fui
sombrero un tiempo, voz, nombre.
Tal vez el aire denso,
el vértigo, la calma.
Ese Javier entrándome
de nuevo hasta las trancas.
El miedo a la primera noche,
solo, en la cama grande.
Otra vez, acostumbrarse
al acento diferente de los grillos,
a aprender inútiles idiomas
sobre la mesa del comedor
donde no está ella,
vigilando que no me acerque
un ápice
a lo más normal,
cuando me enseñó
a barajar,
sin malicia,
las cartas de otro juego.
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