sábado, 30 de septiembre de 2017

LA BAMBA


Para bailar la bamba.
Para bailar la bamba
se necesitan unas gafas
de buceador. Un termo
de café. Unas bragas
buenas, de seda o satén,
una doncella bárbara,
una salvaje valkiria
que me desbarate el ser.


Para bailar la bamba.
Para bailar la bamba,
tres mil millones de almas
cogiéndose en las esquinas,
corriendo ante los milicos,
sorteando loterías de tristeza,
gritando "porque sigo siendo el rey"
por callejuelas no aptas para
civiles. No aptas para princesas.

Para bailar la bamba.
Para bailar la bamba
se necesita, en realidad,
paciencia, hermanos y
hermanas.
Se necesita corregir,
saludar, mejorar el gesto,
congregar mirlos al amanecer.
Se necesita todo
lo que ama.

Para bailar la bamba.
Para bailar la bamba
no es preciso llorar,
mi alma, no es preciso.
No es obligatorio descerrajar
deseos más allá de las alcobas.
No hace falta enumerar amantes,
mi guate,
para bailar la bamba.

Para bailar la bamba
se necesita, tan sólo,
una poca,
una brizna delicada y mansa,
una cálida y sonriente,
anciana y socarrona
caricia. Una mentirita.
Un beso en la frente.
Un dedo en los labios
para bailar la bamba.

Para bailar la bamba.

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