martes, 7 de febrero de 2017

MIS DEDOS

Es en mis dedos donde descansa toda posibilidad de caricia.
Donde reside la suavidad, la intensidad y la danza
sobre el teclado de mi voz.

La firmeza de la pluma que caligrafía,
muda, mi mente en el papel.
Mis órdenes, mis deseos.

En mis dedos el frío.
En mis dedos el placer probable,
el roce: el frenesí.

Las manchas de tinta:
negro semen infecundo.
La habilidad del vicio.

Albergue de múltiples aromas:
ajo, mierda, cebolla, coño,
pétalo, polla, labio, tabaco.

En mis dedos donde comienza el aire,
todo primer tacto del día.
Toda torpeza. Arpegio. Espina. Sangre.

La decisión de acercarme,
de alejarme, lo prístino. Lo vulgar.
Lo sutil. Lo desierto.

La convocatoria al puño.
La indestructible hermandad
de las manos. El sonido

de la soledad sobre la mesa.
La percusión del aburrimiento.
De mis dedos las garras,

las uñas sucias, rotas, comidas.
De mis dedos el soporte
del cigarrillo, el chasquido del fuego.

La comezón de la ausencia.

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