miércoles, 13 de abril de 2016

KARMA

De los sos ollos tan fuertemientre chorando
—Poema del Mío Cid
El hogar va por dentro—Sergio Barreto

[PARA UNA POÉTICA CASISTA]

La memoria de la casa que se queda sola
con sus dos ojos,
dos inmensos ojos de estupa
que me miran salir,
como saciada amante
ahora triste y eterna.

El sonido de la casa que se queda sola;
el movimiento del tiempo que ahora quedará
flotando al pairo de las tardes,
susurrando en cada mosca
la ausencia perenne
mientras languidece
la pastilla de jabón,
estremeciéndose en la penumbra
del lavabo,
esa insondable y certera penumbra
del lavabo,
pequeño quirófano del aspecto,
el verificador del ser,
el lugar más peligroso de la casa.

Merodear por la casa sola
en la inmensidad de su esqueleto,
como quien recorre con los dedos
la faz yerta de la muerte,
como quien busca aún signos de vida
de aquello que fue antes
de lo que es ahora y que ahora se fue.

El dormitorio,
colección sorda de ronquidos
espantapájaros de mosquitos.
Sucesión ininterrumpida
de sueños, gemidos, calcándose
en las paredes del santuario rupestre,
evocador de sombras y diosas reservadas,
de solitarias orgías en difusas noches sin ganas,
tantas.

El gato que dibujó a un hombre
en el silencio de su rabia,
el que debió tragarse cada lágrima
por tanta palabra,
que se soñó conquistado y trueno
en la inseparabilidad húmeda
que tirita anocheciendo
en las paredes.

El santuario que es la casa sola.
Templo privado de retiro intenso.

La casa
es
la mente:

un precioso cofre de tiempo.

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