viernes, 25 de abril de 2014

QUARENTA

Ainda a cor difusa das laranjas em luz
à beira da estrada,
ao pezinho marmóreo da sombra,
dum cântico negro no canto do escritório;

Ainda as pombas na tempestade gris do céu
em vagar cinzento ao baloiço do ar,
feridas as asas com pó seco de craveiros:
aspereza que marca o princípio da memória;

Ainda os buracos sujos, poços de sangue
acesa; crista que debruça pelo cano encravado acima;
peço silêncio ao tribunal escuro, à sua língua
feita de cadeias; peço silêncio apenas ao tempo.

Ainda quarenta anos sem a voz ter sido morta
pela bala anti-licantropos que atirasse quem for;
apenas o jeito da florista, da primeira na praça
em perceber o cheiro dos lobos à espera do seu instante.

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Aún el color difuso de las naranjas en luz
a la orilla de la calle,
al ladito marmóreo de la sombra,
de un cántico negro en el rincón de la oficina;

Aún las palomas en la gris tempestad del cielo
en ceniciento vagar al columpio del aire,
heridas las alas con polvo seco de claveles:
aspereza que marca el principio de la memoria;

Aún los agujeros sucios, pozos de sangre
encendida; cresta que asoma por el caño enclavado arriba;
pido silencio al tribunal oscuro, a su lengua
hecha de cadenas; pido silencio sólo al tiempo.

Aún cuarenta años sin haber sido muerta la voz
por la bala anti-licántropos que disparase quien fuera;
sólo el gesto de la florista, de la primera en la plaza
en percibir el olor de los lobos a la espera de su instante.

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