domingo, 1 de mayo de 2011

LA MESA DEL FONDO

Normalmente está vacía. Tan sólo iluminada por un leve y cálido haz de luz; no suele ser del gusto de los clientes: tan apartada, tan a trasmano. Hay quien dice que nadie se puede sentar ahí; que está permanentemente reservada.

Alguna vez, cuando la estancia no está muy concurrida, aparece. Figura desgarbada en tono gris, aire distraído y sereno al tiempo. Cuaderno en mano, a veces algún libro; otras, nada. Se inclina sobre el papel; lee, escribe.

Luego, cuando considera que el tiempo ha llegado a su término, recoge y se marcha con la misma serena parsimonia que le trajo a este lugar. La mesa del fondo queda nuevamente en la penumbra a la espera de una nueva visita.

Es la mesa del fondo. Nadie puede sentarse ahí.

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