martes, 1 de diciembre de 2020

ONÉSIMO

Onésimo tiene cabeza de ave, extremidades de muflón, boca de pez. Se salva porque nada de lo que le sobra le falta; ojos de buey, dedos de ardilla, dientes de jirafa. Miente más que habla, pues la verdad es para él un mero atajo hacia el frío; bigote de morsa, orejas de ratón, lágrimas de cocodrilo. Sufre por las horas que le quedan de trabajo. No deja de observar el reloj cada cinco minutos, sabiendo que cada cinco minutos han pasado cinco minutos, los cuales ha invertido en angustia; frente de jabalí, lengua de gato, hocico de ganso. Fuera hace frío, y Onésimo, sentado ante la ventana, tirita. Sujeta una jarra blanca de café caliente; escucha un oleaje de autos. Rebuzno metálico de ambulancias. Onésimo tiene mirada de perro, piel de gallina, cuernos de alce. Pide tabaco o dinero por la avenida; hambre de lobos, memoria de grillo, sangre de toro.

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