Se me fundieron un par de bombillas hace unos meses. Y en realidad
pensaba que no eran bombillas tan importantes, como las de la cocina, a
la cual entro y salgo —enciendo y apago—, incluso las de la lámpara del
comedor, siempre encendida para nada, distraída, iluminando una mesa
vacía mientras la velada discurre entre las penumbras del salón. Las del
aseo son importantes. Esas sí. Nada hay más peligroso que un baño a
oscuras. Ese espacio angosto que requiere de esa litúrgica precisión
para moverse en él propia de karateka. El cuarto de baño debiera ser siempre la
habitación más grande de la casa. Con los siglos, se ha hecho del aseo
una cuestión meramente higiénica, una cosa oblicua, como todo trámite.
Hay quien aún puede disfrutar del ritual y, alegre, solazarse en un buen
baño. Maquillarse en el cuarto de baño es siempre cuestión de premura, de
último retoque contra el tiempo. Sin embargo, un tocador frente al que
las damas se recrean y confiesan el reservado encanto de sus hoyuelos
—mecanismo íntimo de toda mueca—, la hermandad clandestina con sus
comisuras entre parpadeos, permite que asistamos a ese su embelesante
cortejo de la belleza hacia ellas mismas frente al espejo; desenfocados
cuando la mujer seduce a la dama y ambas sucumben al debido encuentro de
sí mismas. Como actrices en sus camerinos, donde siempre se respira,
hay vida, y una cuidada proporción entre lo vano y lo solemne. Las
actrices salen de dentro. Los actores, en cambio, o son vanos, o son
solemnes. Aún siguen buscando el término medio. No por lo que esperan,
sino por lo que se juegan. Entran de fuera, irrumpen. En el juego de
jugar de ambos todo se enciende. A menudo arde. Por eso hay bombillas
que son importantes. Las del dormitorio, salvo las de las mesillas, para
leer, y desnudarse, se pueden fundir cuantas veces quieran. Lo que les
quería contar es que hoy compré bombillas, y que me encantó encender y
apagar la luz varias veces después de desmontar un plafón y volverlo a
montar, con la dificultad que eso entraña para un elefante como yo por
la mañana.
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