Me llevo lejos.
A un lugar de ramas para un nido;
al horizonte invernal,
al sigilo de la hoja que tirita.
Al piélago donde moran
seres que convienen
a según qué recuerdo.
De nuevo al caparazón,
a lo que se desnuda solo.
Al vórtice.
A un territorio de nadie.
Me llevo lejos
y no importa la distancia.
Sí el motivo.
Eres muy bueno Javier ;). Te sigo. Tú estás en la mesa del fondo. Yo tengo el síndrome de hada.(http://sindromedehada.blogspot.com)
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