lunes, 28 de octubre de 2013

NAAMIO PETOLLINEN: POETA DE LO PORTABLE

En el reciente panorama literario de Lumila, especialmente el de expresión finlandesa, últimamente encontramos especímenes ciertamente curiosos. Un afán rupturista, provocado por el natural carácter inconformista que ya desde los inicios de la andadura literaria de este país comenzó a preponderar, según los más especializados críticos, ha proporcionado el caldo de cultivo idóneo para el surgimiento de una expresión renovadora, fresca, irónica y de un fino pero contundente matiz derrotista y desasosegado. 

Dentro de esta pajarería inmensa y dislocada que es la literatura luminesa de expresión finlandesa, entre cuyos más destacados representantes encontramos al novelista Lauri Mäkinen, a la periodista y poetisa Ina Peltonen o al ensayista y dramaturgo Olli Lehtola, revolotea con cierta inconstancia desde hace unos 15 años la extraña personalidad de un rara avis, Naamio Petollinen. 

A finales de los años 90, Petollinen comenzó a hacerse popular al difundir por todas las calles de la capital, Väinölahti, sus Surkeat mietelauset («Aforismos cabizbajos»), escritos con tiza en el bordillo de aceras o pasos de peatones. Esta intervención, lejos de ocasionarle algún incidente con las autoridades civiles por una posible acusación de vandalismo, fue acogida por la población de manera entusiasta, pues supuso un ligero toque de conciencia para una población adormecida y dócil, acostumbrada a la aparente armonía del estado del bienestar que se venía persiguiendo como meta fundamental del Estado de Lumila desde su fundación el 22 de diciembre de 1917, coincidiendo con la reciente proclamación de Finlandia como país independiente 16 días antes. 

Por ello, y dada la juventud del país de origen del autor, las primeras intervenciones de Petollinen representaron una influencia radical en autores incipientes que de manera tímida apenas si se atrevían a publicar algunos versos cargados de latente insolencia y alma irreverente, que ya excitara la imaginación de una anterior y nutrida generación de jóvenes artistas de distintas disciplinas desde los años 70.

De este modo, el 22 de diciembre del año 1995, coincidiendo con las celebraciones del Día Nacional, Petollinen desliza en la Radio Estatal una alocución titulada «En este país de ovejas»,  hiriente y enfurecida diatriba contra aquellos sectores de la sociedad que, a ojos del artista, asumían con abnegada resignación las posturas morales de las clases más conservadoras, partidarias de la consecución de un estado de bienestar mediante la aplicación radical de políticas económicas neoliberales extremas, y a quienes acusaba sin tapujos de ser portadores «del letal virus de la desmemoria», denunciando el cambio de postura interesada de quienes, habiendo huido de su Finlandia natal debido al clima de persecución ideológica y social constituyeron la nueva república independiente de Lumila, independiente no solo de Finlandia sino también, supuestamente, de aquellos males endémicos que azotaron durante los años de la Guerra Civil finlandesa, y de los que al parecer se habían olvidado, con el consecuente abandono de la antigua lucha por la conservación de un espíritu nacional de índole comunista, aunque moderado, pero lejos aún de la laxitud que no pocos ciudadanos veían en el socialismo: «un lobo con piel de oveja».

Petollinen sienta así las bases para una nueva dirección en la expresión artística de Lumila. Última intervención hasta su voluntario silencio, en el que permanecería sumido hasta el año 2003, cuando de modo inesperado, al estilo Petollinen, publica una antología de poemas breves: Villi kokoelma («Antología salvaje») que inmediatamente causa el efecto deseado por el autor: máximo desconcierto. Si bien los poemas están escritos en esa forma minimalista que tanto caracteriza al autor, su aparente hermetismo funciona poderosamente al servicio de una contundencia arrolladora: «En el aire sólo respiramos los fetos, el resto son pan comido». La frecuencia de imágenes feístas confieren a esta antología, nuevamente, un carácter desolador que encuentra cobijo en los fracasos de una sociedad dividida en su silencio y que aún no se atreve a romper el hielo y eclosionar hacia la libertad moral e ideológica que subyace en cada luminés, pero que debido al férreo sistema de adoctrinamiento educativo de las generaciones anteriores aún se resiste a emerger.

 Desde el año 2003 al 2010, Petollinen permanece en retiro, y apenas si se tienen noticias de él durante este período hasta enero de 2011, cuando concede la primera y única entrevista de su vida a la periodista y también poetisa, Ina Peltonen,  publicada con posterioridad en el suplemento semanal del diario de mayor tirada del país, Lumilaiset. Tanto Ina como Naamio se despachan a gusto durante el encuentro que se prolonga durante dos semanas en la cabaña donde reside el poeta, a las afueras de la capital. La única fotografía en la que «aparece» el poeta la realiza durante la entrevista el joven fotógrafo Arno Kokkonen, de 27 años, hijo del afamado pintor realista luminés, Antero Kokkonen. El poeta, sin saberlo el fotógrafo, acaba de ser consagrado. En los años posteriores a esta entrevista, la figura de Naamio Petollinen adquiere, aun si cabe, una dimensión mayor de lo que el propio autor e incluso el resto de la comunidad artística de Lumila pudieran haber llegado siquiera a sospechar. 

Todo en la vida de Petollinen descansa sobre lo fortuito, lo inesperado. Lo mismo ocurre con su poesía: imprevisible, aleatoria, como la propia naturaleza humana. Elevado a la categoría de mito, discretamente, este año, acomete uno de sus más refinados proyectos: Taskurunot («Poemas de bolsillo»), consistente en pequeños cuadernillos de poemas escritos con un sistema «semi-automático regulado» donde lo aparente se hace firme, donde la sutileza se convierte en sentencia, «donde las dudas se disipan en la certeza universal de una cereza», como escribiera el crítico brendano John Hodges, acerca del primer volumen aparecido del poeta luminés. Concebido como pequeños cuadernillos que pueden llevarse a cualquier parte, puesto que aparecen de manera aleatoria en cualquier lugar, Taskurunot, pretende sustituir a los crucigramas y otros pasatiempos con los que el ciudadano de a pie mitiga el tedio de sus desplazamientos o de sus horas muertas abocados a la consecución de la nada. 

Petollinen, sutilmente, critica la actitud pasiva del individuo ante los hechos cotidianos, en detrimento de una actividad mental e intelectual que favorecería en gran medida el espíritu crítico y creativo necesario para alcanzar la completa libertad del individuo, esclavo hoy por hoy de las más absurdas ataduras y anhelos inalcanzables con el que se pasea indolente por su tiempo y su mundo, lo suficientemente interesantes como para volverles el rostro. En su apacible trinchera íntima,  Petollinen siempre está ahí, al encuentro de la otra mejilla para imprimirle un vehemente bofetón a quien no quiera mirar lo que ve. Acogemos con entusiasmo y expectación esta nueva entrega de la persona llamada Naamio Petollinen.

© Eero Koskinen.
© Traducción del finés: Eva Izquierdo.

(Artículo publicado en la revista literaria TEX-TUR, #1. 2013)

No hay comentarios:

Publicar un comentario