Al final, cuando todo este cabreo mutuo a nivel social acabe, cuando
todo este tira afloje, cuando todo este burdo ensayo del instinto
depredador finalice, cuando no haya más nada ya que nos haga cometer
otro bocado, cuando nos sigamos viendo por la calle, con las frentes
cuarteadas por el frío civil y la conciencia acuartelada, cuando haya
donde elegir ojos que ponerse, cuando el pan se deje de pobres y los
árboles descuelguen uno a uno, delicadamente, a cada suicida; cuando
las sirenas dejen de cantarle a los héroes de Ítaca; cuando devolvamos
cada cosa a su nombre; cuando ciertas palabras olviden su uniforme de
tanque, o su vestido de hielo; cuando se le caiga la cara a la vergüenza
y los y las canallas se apretujen en sus puños donde el corazón nunca
les cupo; cuando todo esto se desaloje de esta sensación de mientras;
cuando todo eso pase, ¿quedará quien aún tenga fe en los pronombres?